Llegué por el dolor a la alegría.
Supe por el dolor que el alma existe.
Por el dolor, allá en mi reino triste,
Un misterioso sol amanecía.

José Hierro

jueves, 4 de septiembre de 2014

Detour, de Edgar G. Ulmer


 Vi Detour por primera vez en televisión a mediados de los 90, en el programa ¡Qué grande es el cine! que presentaba Garci y que emitían a las tantas de la madrugada los viernes si mal no recuerdo. Creo que los aficionados al cine  españoles de mi generación, los que descubrimos el cine clásico a través de la televisión le debemos mucho a aquel programa. Es cierto que a veces los coloquios eran infumables pero emitieron películas magníficas y algunas rarezas como esta. Grabé Detour en vídeo y fundí la cinta de tantas veces que la volví a ver, años después la vi en la Filmoteca y no hace mucho la encontré en una tienda de segunda mano en un DVD de una colección de cine clásico que traía tres pelis.
 
 Detour es rara y desasosegante, es cine negro pero un cine negro muy extraño, muy amanerado. Hay flash-back, juego de sombras,  mujer fatal, y un tipo desorientado con un destino como boca de lobo, todos ingredientes del género, pero los malabares que hace Ulmer para ajustarse al paupérrimo presupuesto que le dieron y al poco tiempo de rodaje, la alejan de lo convencional y la convierten en una magnífica rareza, en una de las películas más extrañas y sórdidas que haya visto un servidor. Es increíble lo bien que gestiona Ulmer la falta de medios. Detour es otro ejemplo de cómo a la hora de hacer cine, la pasta no es directamente proporcional al talento. Otra joya de la Serie B.
 
Al es un frustrado pianista que se gana la vida tocando en un cabaret, allí conoce a Sue, la cabaretera, Sue decide irse a California a probar suerte como actriz, y Al, enamorado hasta la trancas y sin un puto duro decide cruzar los USA haciendo dedo para reunirse con ella. No cuento más. Hay que verla.
Esto es un aperitivo, no hay destripe.