Llegué por el dolor a la alegría.
Supe por el dolor que el alma existe.
Por el dolor, allá en mi reino triste,
Un misterioso sol amanecía.

José Hierro

sábado, 29 de marzo de 2014

Historias de boxeo

 
 
Anoche volví a ver Más dura será la caída de Mark Robson, la película  termina con Eddie Willis, un periodista deportivo interpretado por Humphrey Bogart, escribiendo un artículo en el que pide que se prohíba el boxeo en Estados Unidos.  The Harder They Fall  está en la línea de la mayoría de las películas que se hicieron en Hollywood sobre el mundo del boxeo  entre los años cuarenta y cincuenta. Películas negras poco complacientes con este deporte que se centraban más en sus sombras que en sus luces.  Películas que retrataban el ambiente del boxeo  en las grandes ciudades estadounidenses, cuando estaba en manos de gangsters y empresarios sin escrúpulos que amañaban combates y se adueñaban de las vidas de chicos que buscaban en el boxeo un medio para escapar de su clase social o de los prejuicios hacia su raza. El boxeo daba la posibilidad de “ser alguien” a los que no tenían ninguna posibilidad de salir del charco o del gueto.  Los boxeadores eran  utilizados  como ganado y  abandonados  a su suerte cuando ya no servían y  estaban sonados por los golpes.  Los directores que mostraban esta realidad se la jugaban,  porque se  enfrentaban directamente al sindicato del crimen.  
Decía Javier Castillejo (El Lince de Parla) en una entrevista, que el cine había hecho mucho daño al boxeo, probablemente tenga razón. El boxeo de ahora no es el de los años cuarenta, pero no hay  que olvidar que las películas sobre boxeo de aquellos años mostraban una realidad dura e incómoda.
 
Rod Steiger y Humphrey Bogart en Más dura será la caída (The Harder They Fall) de Mark Robson. 1956. Fue la última película de Bogart, falleció nueve meses después del rodaje.
 
Un deporte tan  arraigado a la cultura popular tenía que tener por lógica una fuerte presencia en el cine. La lucha por la vida y la épica del arrabal que hay en el pugilismo,  han hecho que muchos artistas de diferentes disciplinas pongan el foco en él.  En las películas siempre ha quedado muy bien reflejada la brecha entre los aficionados al noble arte: por un lado los que admiran la nobleza, la  técnica y la elegancia del boxeo,  por otro el populacho  vociferante que acude al espectáculo sediento de sangre o por el simple interés económico que generan las apuestas.
Estoy a vueltas con el cine sobre  boxeo porque  hace unos días colgué una fotos de The Set-Up de Robert Wise en Facebook, yo decía que era una de las mejores películas de boxeo del período clásico y uno me dijo que no, que era la mejor película de boxeo de todos los tiempos. Pensé que aquello era mucho decir y me acordé de Cuerpo y alma de Robert Rossen, de El ídolo de barro y Más dura será la caída, ambas de Mark Robson  y de la más reciente Toro Salvaje de Martin Scorsesse. Cualquiera de ellas podía ser también la número uno del cine sobre boxeo. El caso es que llevaba tiempo sin ver The Set-Up y las demás mencionadas y he dedicado  una semana a darles un revolcón a estas y a algunas más. Y sí, el colega de Facebook tiene razón, hoy por hoy coincido con él, The Set-Up es la mejor película de boxeo de todos los tiempos. Esa es mi opinión de hoy después de haberle pegado un repaso al género,  esto de las listas de favoritos es lo que tiene, siempre suelen estar las mismas en uno u otro género, lo que cambia es la posición en función del momento y las circunstancias.
La película cuenta la historia de un veterano  boxeador en horas bajas que pelea con una joven promesa. Todo el mundo le dice a Stoker que está acabado como boxeador, hasta su manager apuesta contra él. Su mujer, que le acompaña en cada pelea intenta convencerle de que no suba al ring. El único que confía en Stoker es el propio Stoker. 
The Setup es una obra maestra de 72 minutos a la que no le sobra ni le falta un plano. Cine de estudio hecho con cuatro perras. Creo que ninguna película ha mostrado mejor como era el boxeo por dentro; el público que acudía a los combates, la vida en el vestuario, las motivaciones de los boxeadores y la mafia que lo ensuciaba todo. Inmenso Robert Ryan, creo que en pocas ha estado mejor. La película no se estrenó  nunca en España (no pasó la censura), la primera vez que se emitió en TVE fue en los años 80 y le pusieron el título Nadie puede vencerme, en una pase en otra cadena años después la titularon Tongo, también se ha emitido  con el título de Combate Trucado. El corte que comparto es un poco largo pero merece la pena echarle 7 minutos, que no se preocupe quien no la haya visto, no hay spoiler.




  
Siempre que veo esta joya me acuerdo de un relato de Jack London titulado Un bistec,  Jack London escribió unos relatos de boxeo estupendos.


 

sábado, 22 de marzo de 2014

La invención del amor

"Hemos superado los cuarenta, los seis, asomados ya a ese caer, hundirse desde lo alto si es que alguno llegó a lo alto, asomados también a las posibilidades, a una promesa de cambio. Cuarenta, bien mirado, no es tanto; a veces aún levantamos la cabeza y nos preguntamos: "¿Por qué no?, todavía estoy a tiempo.", y husmeamos como perdigueros un rastro entre los matojos que han ido creciendo en los caminos abandonados, porque hace años que transitamos la misma carretera, sin atrevernos a meternos en un desvío, y después de atisbar esa posibilidad continuamos rumiando con placidez nuestras vidas, ni muy felices ni muy infelices: moderadamente satisfechos, hacemos la digestión de nuestros sueños."

José Ovejero. La invención del amor. 2013.


Samuel es un tipo soltero que está de vuelta de todo, ha entrado en los cuarenta; la edad en la que, como decía Cortázar,  la estatua de Jano es un despilfarro inútil porque uno no deja de mirar desesperadamente hacia atrás. Nunca ha tenido hijos, y  las mujeres que han  pasado por su vida no se han quedado mucho tiempo. Tiene un buen trabajo y una vida estable y sin sobresaltos, asentada en no implicarse en nada que le complique mucho la existencia. Vive solo en una ático de  Madrid desde el que observa el trajín de la ciudad. La soledad y el miedo al compromiso le protegen de las inclemencias de la vida,  pero su vida es plana y vacía. Una noche recibe una llamada de teléfono, le confunden con otro Samuel, uno que tiene una amante que se llama Clara, la llamada es para comunicarle que Clara ha muerto en un accidente de tráfico. Samuel no aclara la confusión y decide asistir al funeral llevado por la curiosidad y el aburrimiento.
La novela se mueve entre la crónica urbana y el toque de thriller que da esa suplantación de identidad siempre a punto de ser descubierta.  Me ha gustado más el primer aspecto que el segundo. El libro tiene momentos geniales en los que el autor indaga en el desencanto de gente desorientada que busca sobrevivir en estos tiempos. La invención de la relación con Clara, en la que hay una reflexión interesante sobre el poder de la mentira y la invención en la vida y en las relaciones de pareja, me ha dejado un poco frío, no me ha terminado de llegar. No obstante el balance ha sido bueno, este libro está lleno de buena prosa y de buena literatura, Ovejero tiene algo que cada vez tienen menos escritores hoy en día, mirada, capacidad para observar y profundizar  en la vida de la gente de su tiempo. Muchos de los que estén en "la edad maldita" se sentirán identificados con Samuel.  No perdáis de vista La invención del amor.

-La invención del amor. José Ovejero. Alfaguara. 242 páginas. 18 euros. Lo presto.

viernes, 21 de marzo de 2014

Andanzas dominicales

Es domingo, luce el sol  y hay buena temperatura, salgo con la bici a dar un garbeo por el parque que bordea la ribera del  Henares.  Está a tope, gente en bicicleta,  patinando o haciendo footing,  abuelitos  al sol y padres dando la suelta a niños en bicis sin ruedines. Llevábamos una temporada de mal tiempo y en cuanto ha salido el Lorenzo el personal se ha echado a la calle como si fuera el día antes del fin del mundo, el domingo promete.  Me acerco al centro a una tienda de deuvedés, libros y vinilos  de segunda mano  a rebuscar un rato sin ton ni son y encuentro por cuatro euros una joya del cine negro de serie b, Detour nada menos, salgo de allí como si me hubiera tocado la primitiva. 
 

sábado, 15 de marzo de 2014

Bibliotecas

Pego la hebra con el bibliotecario de la biblioteca pública a la que acudo casi a diario y me cuenta  que está la cosa muy mala, que los dineros públicos no llegan a las bibliotecas, que este año tampoco hay cuartos para  libros nuevos  ni  para talleres  ni para  wifi.  Una pena, porque  con la crisis el número de usuarios de las bibliotecas públicas ha aumentado, sobre todo el de las salas polivalentes,  donde   uno puede leer la prensa y conectarse a internet aunque vaya a pedales. Las bibliotecas públicas se han convertido en una alternativa para los que han tenido que dejar de pagar el adsl o la calefacción,  para los que tienen que buscar el calor de hogar fuera de casa.   Le pregunto al bibliotecario  por el préstamo de libros y tuerce el gesto, eso sí que ha descendido.

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jueves, 13 de marzo de 2014

Thomas Bernhard. Una biografía.

 
 
Aguafiestas, anarquista, artista de la exageración,  amargado, contradictorio, tocapelotas, genio, maestro de la nada, sensible, fascista, alegre, satírico, provocador,  comunista, moralista… Estos son algunos de los calificativos que uno puede encontrar sobre Thomas Bernhard si brujulea por internet.  Sólo en un aspecto hay unanimidad: en considerarle uno de los más grandes escritores del siglo XX.  Bernhard fue duramente criticado tanto por la derecha  como por la izquierda  política de su país, probablemente porque siempre fue independiente y nunca puso su pluma al servicio de ningún redil ideológico, cuando murió en 1989 hasta los que más le odiaban reconocieron  su valía como novelista, dramaturgo  y poeta.
Descubrí a Thomas Bernhard gracias a un artículo que le dedicó  Muñoz Molina en El País, y desde entonces leo todo lo que encuentro de él.  Ya he contado aquí el impacto que me produjo el primer contacto con este autor. En España, los que no sabemos alemán podemos leer a Bernhard gracias a Miguel Sáenz, que desde 1978 ha traducido todos sus libros  publicados aquí. Cuenta Sáenz en esta biografía  que el “descubridor” (las comillas son suyas)  de Bernhard en España fue Javier Marías. Marías había leído a Bernhard traducido al Francés, y en 1977 publicó un artículo en el que reivindicaba al autor y pedía que sus obras fueran traducidas al castellano. Javier Marías junto a Saénz y otros, formaba parte del comité de lectura de la editorial Alfaguara, que fue la primera editorial española que publicó un libro de Bernahrd , Trastorno (1978).
Después de leer los relatos autobiógraficos  de Bernhard  me llevé un pequeño chasco al enterarme de que en ellos hay tanta ficción como en Corrección, Trastorno, o cualquiera de sus novelas.  En esta biografía, Miguel Sáenz  pone luz a la vida de este escritor de culto. Un libro imprescindible para los incondicionales de Bernhard.
 

 
-Thomas Bernhard. Una biografía. Miguel Sáenz. 272 páginas. 19,50 euros. Lo presto.
 

jueves, 6 de marzo de 2014

Despachos de guerra


“A veces, por la noche, todos los ruidos de la selva cesaban de pronto. No había un descenso o un atenuamiento, todo se iba en un solo instante, como si le hubiesen transmitido una señal a la vida: murciélagos, aves, culebras, monos, insectos, conectados a una frecuencia que mil años de selva podían condicionar a recibir, mientras tú, dada tu situación te preguntabas qué no escuchabas ya, pendiente de cualquier ruido, de cualquier fragmento de información. Yo había oído antes esto en otras selvas, en el Amazonas y en Filipinas, pero aquellas selvas eran “seguras”, había muy pocas posibilidades de que hubiese  por ellas cientos de vietcongs deslizándose, acechando, viviendo allí sólo para hacerte daño. La idea de que uno pudiese convertir cualquier silencio súbito en un espacio que llenabas con todo lo que creías que estaba oculto en ti, podía  situarte incluso en las proximidades de la clariaudiencia. Creías oír cosas imposibles: húmedas raíces respirando, fruta sudando, actividad febril de insectos, los latidos de los corazones de los animalitos”
Michael Herr. Despachos de guerra. 1977.
 
 
 
    
Cuando Michael Herr llegó a Saigón en 1967 para cubrir la guerra de Vietnam, tenía veintisiete años y era un escritor en ciernes.  Acudió como corresponsal de la revista Esquire, y sus crónicas escritas a partir de su experiencia directa en los combates y en la jungla junto a los soldados cambiaron la forma de entender el reporterismo de guerra.  Herr se alejó del periodismo que había cubierto la guerra hasta 1967, no escribía cómodamente  desde Saigón, ateniéndose a la información oficial que proporcionaban los mandos militares y enviando despachos a los principales periódicos de Estados Unidos, despachos cargados de propaganda y patriotismo.  Se vistió con ropas de marine, se mezcló con ellos como un soldado más acudiendo a las zonas en las que estaba el fregado  y contó lo que vio.
En 1967 había en Vietnam medio millón de soldados estadounidenses, y  las bajas de militares y civiles se habían multiplicado. En enero del 68 empezó la ofensiva del Tet, los norvietnamitas entraron en Saigón  y un grupo de vietcongs asaltó  la embajada de Estados Unidos. Aquello no era pan comido como había estado contando el gobierno durante años.  En este contexto ya no colaba la versión oficial ni la moral que había impregnado la Segunda Guerra Mundial, el pueblo norteamericano cenaba viendo en los noticiarios las atrocidades de aquella guerra; civiles muertos, marines muertos, soldados agotados y drogados. Allí no había épica ni héroes de una pieza. El gobierno de Estados Unidos se encontró con el rechazo de la opinión pública con respecto a su participación en aquella guerra.  El periodismo oficial que se había hecho hasta entonces dejo de tener sentido y algunos reporteros tomaron conciencia  y empezaron a contar lo que realmente pasaba. La filtración de la matanza de Mi Lay en el 69 es un ejemplo de aquel cambio de tendencia.  
 Las crónicas de Michael Herr recogidas en este libro que acaba de reeditar Anagrama no entran  en debates moralizantes sobre la participación de Estados Unidos, ni en explicaciones oficiales,   son crónicas sobre la experiencia americana en Vietnam  y sobre los hombres que combatieron en aquella guerra. Los que estaban al final de la cadena, después  de los burócratas, de los políticos, de los generales y los agentes de la CIA.  Jóvenes que no sabían muy bien lo que hacían allí, que no sabían lo que era el comunismo ni lo que significaba el mundo libre del que tanto hablaban los gobernantes de su país, chicos poco cualificados, de clase baja en su mayoría, porque los hijos de la gente rica no solían ir a Vietnam y se pegaban  la vida padre sirviendo en la Guardia Nacional.  Entre combate y combate  escuchaban a Jimi HendrixThe Doors y a The Rolling Stones,  y se ponían ciegos de cerveza, bourbon, marihuana y heroína  mientras  el enemigo les esperaba  agazapado  en la jungla, resistiendo a base de agua y arroz. Muchos murieron, muchos acabaron mutilados,  muchos se volvieron locos o drogadictos, muchos  fueron incapaces de digerir el horror que habían vivido y no consiguieron readaptarse a la vida civil.  Esto es lo que cuenta Michael Herr en Despachos de guerra, y lo hace con una libertad, una ironía y una elocuencia que asombran. El libro está envuelto en esa atmósfera tan propia de la juventud estadounidense de aquellos años; cargada de psicodelia, drogas y rock and roll. 
Casi todas las películas que se han hecho sobre la guerra del Vietnam han mamado de este libro, en casi todas hay escenas inspiradas en él o adaptadas directamente. Michael Herr colaboró en el guión de Apocalypse Now de Coppola, y en el de La chaqueta metálica de Kubrick,  probablemente las dos mejores películas que se han rodado sobre aquella guerra infernal.  Con el tiempo Platoon de Oliver Stone ha quedado algo eclipsada por las dos mencionadas, pero a mí me sigue pareciendo un peliculón.
 
 
-Despachos de guerra. Michael Herr. Anagrama (Otra vuelta de tuerca). septiembre de 2013. 18,50 euros. Lo presto.