Llegué por el dolor a la alegría.
Supe por el dolor que el alma existe.
Por el dolor, allá en mi reino triste,
Un misterioso sol amanecía.

José Hierro

jueves, 30 de enero de 2014

Beltenebros

"Vine a Madrid para matar a un hombre a quien no había visto nunca. Me dijeron su nombre, el auténtico, y también alguno de los nombres falsos que había usado a lo largo de su vida secreta, nombres en general irreales, como de novela, de cualquiera de esas novelas sentimentales que leía para matar el tiempo en aquella especie de helado almacén, una torre de ladrillo próxima a los raíles de la estación  de Atocha donde pasó algunos días esperándome, porque yo era el hombre que le dijeron que vendría, y al principio me esperó disciplinadamente, muerto de frío, supongo, y de aburrimiento y tal vez de terror, sospechando con certidumbre creciente que algo se estaba tramando contra él, desvelado en la noche, bajo la única manta que yo encontré luego en la cama, húmeda y áspera, como la que usaría en la celda para envolverse después de los interrogatorios, oyendo hasta media noche el eco de los altavoces bajo la bóveda de la estación y el estrépito de los expresos que empezaban a llegar a Madrid antes del amanecer."

Antonio Muñoz Molina. Beltenebros.1989.
 

El otro día en la biblioteca pegué la hebra con el bibliotecario, hablamos de Antonio Muñoz Molina, de su último libro Todo lo que era sólido, de su blog, de su literatura. En la conversación salió Beltenebros,  una novela que quedó un tanto eclipsada por el éxito de El jinete polaco. Coincidíamos los dos en que el arranque de la novela es memorable. También hablamos de la adaptación al cine que hizo Pilar Miró, Paco la puso como hoja de perejil, yo no pude opinar porque no había visto la película. El caso es que busqué la peli y he vuelto a leer el libro.
La novela arranca con fuerza y se mantiene arriba durante sus 239 páginas, el contexto de Beltenebros es la clandestinidad y el exilio  durante los años de la dictadura de Franco. La narración se mueve entre los primeros años 40, los más duros de la represión franquista tras la guerra,  y los años 60, cuando empieza el desencanto y las dudas de algunos militantes comunistas de la vieja guardia  respecto a la causa y el partido. Muñoz Molina coge esto y escribe una novela negra de las que a mí me gustan, de las que se escriben desde la historia y reflexionan sobre ella.
 
 
Darman es un militante comunista que luchó como capitán en el bando republicano durante la guerra civil, tras la contienda se exilia  en Inglaterra donde  regenta una tienda de libros antiguos y sigue colaborando con el partido. A mediados de los años 60 el partido le reclama para que vuelva a Madrid  a ejecutar a un traidor. Darman hizo a principios de los años 40 el mismo trabajo que le han encomendado ahora.  Ejecutó a un supuesto traidor sin despeinarse, la fe en la causa justificaba el asesinato y mantenía a raya su conciencia, veinte años después  la fe de Darman hace aguas, tiene dudas y la conciencia se le ha subido a la chepa.  En esta novela hay un planteamiento muy interesante sobre el fanatismo. También está el tema del amor, el amor como fuerza que puede con todo, incluidos los ideales. 
La trama engancha, y también la reflexión sobre la traición y el valor de las ideas que plantea el autor. Me gusta cómo se trata el tema de clandestinidad, la de los militantes que se quedaron en Madrid, siempre escondidos y expuestos a ser  torturados, asesinados, o en el mejor de los casos encarcelados, y la que vivían los que  estaban en el exilio con pasaporte, en relativa tranquilidad y haciendo trabajos puntuales. La novela aborda el tema de la traición y el desencanto político. Es difícil  mantenerse fiel durante veinte años a un ideal, a una doctrina, o a un partido cuando el partido, la doctrina o la ideología mandan, hablan y piensan por ti. Me ha gustado más Beltenebros ahora que cuando la leí por primera vez.
 En cuanto a la película, tengo que decir que a pesar de algunos prejuicios que tenía sobre ella (me la había pintado muy mal gente cuyo criterio suelo tener en cuenta) me gustó. Creo que Pilar Miró hace un buen trabajo de dirección, la película  tiene una factura impecable, aunque hay que reconocer que le falta alma, los personajes principales están bastante planos y la historia no termina de calar, yo creo que el tono de thriller internacional que quisieron darle, más que beneficiarle  le perjudica.  Pero hay tipos con sombrero y gabardina, gente desilusionada y desorientada, luces de neón, noches  lluviosas  con asfalto mojado,  pistolas y hasta  una imponente cabaretera, cine negro vamos, algo que escasea por estas latitudes. La película arranca con un plano secuencia bastante bueno y la fotografía y la música son estupendas. Se merece un revolcón.
 
 
Por cierto, el título de la novela tiene miga,  Beltenebros es el nombre que toma  Amadís de Gaula (protagonista del célebre libro medieval de caballerías del mismo nombre)  cuando es rechazado por su amada y  se retira a vivir a una oscura cueva a lamerse las heridas. Y Beltenebros,  es el nombre que se pone Don Quijote cuando emulando a Amadís, hace su particular penitencia en Sierra Morena. El malo de la novela de Muñoz Molina también se mueve en la oscuridad y vive en una guarida que es un cine abandonado.
-He leído buena parte de las novelas  publicadas por Antonio Muñoz Molina, recomiendo especialmente El invierno en Lisboa, Beltenebros, El jinete polaco, Ardor guerrero, Plenilunio, La noche de los tiempos y su ensayo Todo lo que era sólido. Creo que La noche de los tiempos es la mejor novela sobre la guerra civil española que se ha escrito en España desde Días de llamas  de Juan Iturralde, publicada en 1979. Esto es una opinión personal no una verdad categórica. Sobre Todo lo que era sólido ya hablé aquí en una entrada, un libro imprescindible, de lo mejor que leí en 2013.
-Los libros de Muñoz Molina campan a sus anchas por las bibliotecas públicas.