Tenía a James Salter apuntado en el cuaderno de pendientes
desde hace tiempo. Mi cuaderno de lecturas pendientes está a reventar, cuanto más leo más
me queda por leer, más larga es la lista de novelas, ensayos
y libros de poemas que quiero leerme, libros que me han recomendado o sobre los que he leído en blogs,
revistas u otros libros. A menudo son los propios libros los que te llevan a otros libros a otros autores a otros temas,
esos suelen ser los buenos.
En uno de los paseos a la biblioteca busqué a James Salter y encontré Juego y distracción. A medida que avanzaba en la lectura de esta novela tenía la sensación de haber descubierto a un gran escritor, a un narrador de los grandes. Mientras pasaba las páginas crecía el entusiasmo y el placer de estar leyendo una novela que no tenía nada que ver con nada de lo que había leído en mucho tiempo, no en cuanto al tema (Juego y distracción es una historia de amor) sino en lo que se refiere a la mirada del autor, a su facilidad para bucear en la profundidad de la vida. Respecto al estilo, a la manera de narrar, Salter me ha parecido un figura.
Phillip es un brillante estudiante norteamericano que ha dejado la universidad y se dedica a viajar en coche por Europa, en Francia conoce a Anne-Marie una dependienta de la que se enamora. El narrador es un compatriota de Phillip afincado en Francia que construye el relato de los amantes a partir de su relación personal con ellos y de lo que intuye y evoca su imaginación. El libro es seductor, la prosa de Salter atrapa desde la primera frase, pero también los temas que trata y el modo de abordarlos; el sexo, la confusión entre el amor y el deseo, el vértigo ante el compromiso y las responsabilidades que provoca el paso de la juventud a la madurez, la soledad… En cuanto al sexo explícito Salter marca la diferencia entre el erotismo elegante y la pornografía. Juego y distracción se publicó en 1967 y por lo visto pasó bastante inadvertida hasta que con los años se convirtió en novela de culto y consagró a James Salter como escritor.
Empecé el libro el sábado por la tarde y lo terminé por la noche, al día siguiente a primera hora, ansioso como un yonqui en busca de un chute más me fui a la librería de El Corte Inglés “quiero todo lo que tengáis de este tío” le dije a la dependienta, para mi desesperación no tenían nada en stock, así que pasé el domingo leyendo otra vez de un tirón Juego y distracción. El lunes seguí tras la pista de Salter, en la biblioteca del barrio encontré Años luz, y en Casa del Libro me llevé lo que tenían: La última noche y Quemar los días. La última noche es un libro de relatos, todos giran en torno a verdades incómodas y dolorosas sobre el amor, la soledad, la felicidad y la vida. Estos días seguiré a la caza y captura de los libros de James Salter, pateándome las bibliotecas y librerías que queden abiertas, avituallándome de ficción para las vacaciones. En cuanto a literatura, el mes de agosto lo voy a dedicar principalmente a James Salter. Durante las vacaciones, aparte de cultivar la mente con buena literatura me dedicaré a cultivar los placeres del cuerpo, me remojaré en la playa, me refrescaré el gaznate con cerveza fría en algún chiringuito, disfrutaré de la gastronomía del lugar, me pegaré siestas, y beberé algún que otro güisqui con hielo a la luz de la luna, todo en buena compañía claro. En agosto desconecto el ordenador, así que estaré de vuelta por aquí en septiembre. No perdáis de vista a James Salter.
En uno de los paseos a la biblioteca busqué a James Salter y encontré Juego y distracción. A medida que avanzaba en la lectura de esta novela tenía la sensación de haber descubierto a un gran escritor, a un narrador de los grandes. Mientras pasaba las páginas crecía el entusiasmo y el placer de estar leyendo una novela que no tenía nada que ver con nada de lo que había leído en mucho tiempo, no en cuanto al tema (Juego y distracción es una historia de amor) sino en lo que se refiere a la mirada del autor, a su facilidad para bucear en la profundidad de la vida. Respecto al estilo, a la manera de narrar, Salter me ha parecido un figura.
Phillip es un brillante estudiante norteamericano que ha dejado la universidad y se dedica a viajar en coche por Europa, en Francia conoce a Anne-Marie una dependienta de la que se enamora. El narrador es un compatriota de Phillip afincado en Francia que construye el relato de los amantes a partir de su relación personal con ellos y de lo que intuye y evoca su imaginación. El libro es seductor, la prosa de Salter atrapa desde la primera frase, pero también los temas que trata y el modo de abordarlos; el sexo, la confusión entre el amor y el deseo, el vértigo ante el compromiso y las responsabilidades que provoca el paso de la juventud a la madurez, la soledad… En cuanto al sexo explícito Salter marca la diferencia entre el erotismo elegante y la pornografía. Juego y distracción se publicó en 1967 y por lo visto pasó bastante inadvertida hasta que con los años se convirtió en novela de culto y consagró a James Salter como escritor.
Empecé el libro el sábado por la tarde y lo terminé por la noche, al día siguiente a primera hora, ansioso como un yonqui en busca de un chute más me fui a la librería de El Corte Inglés “quiero todo lo que tengáis de este tío” le dije a la dependienta, para mi desesperación no tenían nada en stock, así que pasé el domingo leyendo otra vez de un tirón Juego y distracción. El lunes seguí tras la pista de Salter, en la biblioteca del barrio encontré Años luz, y en Casa del Libro me llevé lo que tenían: La última noche y Quemar los días. La última noche es un libro de relatos, todos giran en torno a verdades incómodas y dolorosas sobre el amor, la soledad, la felicidad y la vida. Estos días seguiré a la caza y captura de los libros de James Salter, pateándome las bibliotecas y librerías que queden abiertas, avituallándome de ficción para las vacaciones. En cuanto a literatura, el mes de agosto lo voy a dedicar principalmente a James Salter. Durante las vacaciones, aparte de cultivar la mente con buena literatura me dedicaré a cultivar los placeres del cuerpo, me remojaré en la playa, me refrescaré el gaznate con cerveza fría en algún chiringuito, disfrutaré de la gastronomía del lugar, me pegaré siestas, y beberé algún que otro güisqui con hielo a la luz de la luna, todo en buena compañía claro. En agosto desconecto el ordenador, así que estaré de vuelta por aquí en septiembre. No perdáis de vista a James Salter.
Feliz verano.