Ya he hablado aquí de mi afición a rebuscar en los cajones de los quioscos de prensa a los que van a parar los deuvedés de esas colecciones que pocos empiezan y casi nadie acaba. En estos cajones he encontrado auténticas joyitas a precios de saldo. Cuando fui el domingo a por la prensa al quiosco del barrio, Rafa el quiosquero, que ya me tiene calado me dijo "tengo género nuevo" y allá que fui a rebuscar un rato. El arrebusque surtió efecto, hubo premio, apareció por allí llena de polvo Los duelistas (The Duellists) la ópera prima con la que Ridley Scott sorprendió en 1977. Vi la película en un pase por televisión hace unos años y me encantó. Antes de ver Los duelistas yo pensaba que la mejor película de época que se había rodado jamás era Barry Lyndon de Stanley Kubrick, que pocas o ninguna estaban a su altura o se le acercaban siquiera, cuando vi Los duelistas empecé a tener dudas. Y es que Los duelistas tiene poco que envidiar a Barry Lyndon. Curiosamente The Duellists es hija de la cinta que Kubrick dedicó al siglo XVIII. Ridley Scott reconoció abiertamente haber querido emular al maestro Kubrick y a su obra maestra con su primera película, y vaya si lo consiguió.
Los duelistas (The Duellists). Ridley Scott. 1977. |
A principios del siglo XIX Armand Hubert (Keith Carradine) y Gabriel Feraud (Harvey Keitel) dos tenientes de húsares del ejército de Napoleón entran en conflicto y se baten en duelo. Ambos contendientes se enfrentan en diferentes ocasiones, pero Feraud, al que le gusta más un duelo que a mí un tercio de mahou cinco frío, nunca queda satisfecho y siempre busca a Hubert para batirse de nuevo. Todo esto ocurre a lo largo de quince años en el contexto de las guerras napoleónicas. Contexto histórico que Ridley Scott recrea de manera magistral gracias a una fotografía, una iluminación y un vestuario espectaculares, un guión bastante sólido (basado en la novela de Joseph Conrad) y un elenco actoral estupendo. Un peliculón que recomiendo ver o rever a cualquier aficionado a la magia del cacharro de los Lumiére. Por aquí os dejo un aperitivo.