
Gran tipo Paul, cuando se volvió a
Londres no iba ligero de equipaje como
Machado precisamente, se llevó cuatro cajas de latas de Mahou cinco estrellas,
un figura. Intercambiamos teléfonos y direcciones, nos prometimos llamarnos y
visitarnos a menudo, y mandarnos postales por Navidad, y felicitarnos los
cumpleaños, y ser amigos para siempre. No hicimos nada de eso. No he
vuelto a saber nada de Paul, ni siquiera le he buscado por el Facebook, pero siempre
que leo a Machado o me tomo una Mahou, me acuerdo de él. Probablemente será
profesor de español en alguna academia, o en alguna facultad de letras, y seguro
que leerá a sus alumnos en un español más que aceptable poemas de Machado.
Acabo de terminar “Ligero de equipaje”, la biografía de
Antonio Machado que publicó el hispanista Ian Gibson en 2006. Apretarse una buena
biografía de vez en cuando es muy saludable, sobre todo si están bien
escritas y son sobre gente a la que
admiras. Ésta de Machado está muy bien,
he disfrutado como un gorrino en un maizal de lo que nos cuenta Gibson sobre la
vida y obra del Poeta. Más que el tema de la creación literaria, o de la España
que vivió Machado y de la que tanto se quejó, que también, me ha gustado el
retrato de su vida. La vida del profesor de Francés ensimismado y melancólico,
desterrado en provincias. Mientras leía sobre la vida de Machado me daba
cuenta de que Machado fue como yo pensaba que fue cuando leía Soledades, o Campos
de Castilla. Porque leer a Machado es casi como hablar con él, en sus libros de
poemas está el hombre triste y solitario que era, “siempre buscando a Dios
entre la niebla”, el hombre que admira la belleza de la naturaleza y en su
soledad espera como "otro milagro de la primavera" el entusiasmo del amor. El amor, la soledad, la angustia existencial,
la naturaleza, y la muerte, es lo que encontramos en los poemas de Machado.
Poesía intima y personal, sobre todo en su primera etapa, pero que trata temas universales.
Machado escribió su poema retrato, que abre Campos de
Castilla, en 1906, cuando tenía treinta y un años, más o menos en la mitad de su
vida. Así fue Machado, como el mismo nos cuenta; "bueno en el buen sentido de
la palabra", ni Bradomín ni Mañara, o sea que no se comió un colín en su vida el hombre,”ya
conocéis mi torpe aliño indumentario”, con un punto de rebeldía, pero sin ser
fanático ni radical, “Hay en mis venas gotas de sangre jacobina, pero mi verso brota de
manantial sereno”, escéptico y
reflexivo, “a distinguir me paro las voces de los ecos, y escucho solamente,
entre las voces, una”, ensimismado “converso con el hombre que siempre va
conmigo”, y austero.
Machado se fue como vino, con lo puesto, llegó al pueblecito
francés de Coilloure al final de la Guerra Civil, huyendo del avance de los
nacionales que acababan de tomar Barcelona. Allí le acogieron por caridad y
por respeto en un Hotelillo, junto a su
madre y su hermano José, y allí murió, pobre, pero sin deberle nada a nadie, al contrario,
dejándonos a nosotros en deuda con el por los libros de poemas que nos escribió,
“Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito. A mi trabajo
acudo, con mi dinero pago el traje que me cubre y la mansión que habito, el
pan que me alimenta y el lecho en donde yago. Y cuando llegue el día del último
viaje, y esté al partir la nave que nunca a de tornar, me encontraréis a bordo
ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos de la mar.”
La vida de Machado fue bastante perra, no vivió de su
poesía, de hecho las editoriales le pagaban siempre tarde y mal sus libros.
Opositar a la cátedra de francés fue una salida en busca de cierta estabilidad
económica. Algo que yo no sabía y que me ha parecido curioso, es que en
tiempos de Machado no era necesario tener una carrera para opositar a profesor
de secundaria, bastaba con ser bachiller (el bachiller de antes no es el
bachiller de ahora claro), de hecho Machado empieza la carrera de Filosofía y
Letras con cuarenta años y la termina con cuarenta y tres. Machado tampoco tuvo
suerte en el amor, se casó con Leonor cuando él tenía treinta y un años y ella diez y seis, la
felicidad le duró poco, a los dos años Leonor muere. Años después conoce a la
poetisa Pilar de Valderrama (según ella la Guiomar de los poemas de Machado), y se enamora como un adolescente, una historia bastante sórdida, que Gibson cuenta con
bastante detalle aportando algunas cartas, parece que la Valderrama no correspondía al poeta,
lo suyo era más admiración por la figura literaria, que amor apasionado. Pobre
Machado.
Siempre quiso conseguir el traslado a Madrid, donde en las tertulias,
y las revistas se cocía la vida literaria, nula en Soria y en Baeza donde se
sentía un desterrado. Lo más que consiguió fue un traslado a Segovia en 1919,
esto al menos le permitió bajar a Madrid los fines de semana. Fue ya en 1931,
con el advenimiento de la República cuando consigue plaza en el Instituto
Calderón de Madrid.
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Este es el Camino de San Saturio, por aquí paseaba Machado los años que estuvo de profesor en Soria. El cuadro es de Jesús Paredes Perlado, un pintor Soriano, os recomiendo entrar en su página web, tiene cuadros de paisaje castellano que son una maravilla. http://www.jesusparedes.es/ |
Menos mal que a su
pesar, a Machado le dieron plaza en Soria cuando consiguió sacar las
oposiciones, si se hubiera quedado en Madrid que es lo que él quería, no habría
paseado a orillas del Duero, ni por las calles de la vieja Soria en una noche
de verano “sólo, como un fantasma”, ni
habría conocido a Leonor, ni habría escrito Campos de Castilla, uno de los
mejores libros de poemas que se han escrito en castellano.
Machado era un
republicano convencido, así que cuando estalla la Guerra Civil se adhiere a la
causa republicana, y colabora en su propaganda con muchos artículos prácticamente hasta su
muerte. A su hermano Manuel, también poeta, le pilló el levantamiento en Burgos,
zona nacional, allí se quedó y acabó colaborando con los rebeldes. Sobre el
papel de los escritores y poetas de uno y otro bando durante la Guerra Civil,
hay un libro que no me canso de recomendar, Las armas y las letras de Andrés
Trapiello.
Ahora estoy leyendo el Juan de Mairena (sentencias,
donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo), Juan de Mairena es el
otro yo de Machado, su yo filosófico como le gustaba decir a él, un poeta,
profesor y filósofo que se inventó para
poder escribir con cierta distancia sobre los temas que le preocupaban.
Una de las cosas que más me gustan de Juan de
Mairena, es la actitud interrogativa y reflexiva que intentaba inculcar en sus
alumnos del instituto, fomentándoles insistentemente el pensar por sí mismos. El alter ego de Machado hace
hincapié en sus clases en la importancia de formarse un criterio propio, para
conseguir esto, Mairena aconseja a sus alumnos someter a la reflexión los
lugares comunes, lo banal, y las opiniones uniformadas. También les inculca el respeto al otro, y a su manera de pensar, se trata de dialogar, no de
imponer el criterio de uno. Qué grande
Mairena verdad, bueno, qué grande Machado claro. ¿Harán esto ahora los
profesores de instituto?, seguro que lo intentarán. Ahora es más difícil que en
tiempos de Machado tener criterio propio. Acosados como estamos por la
información que nos llega por todas partes, información que obtenemos a golpe
de ratón y que asimilamos sin filtrar, sin someterla a la reflexión o al
contraste, aceptándola como buena o mala sin más, según se ajuste o no a
nuestra manera de pensar. Cómo fomenta ahora un profesor esa actitud reflexiva, esa
formación del criterio, a chavales de doce a dieciséis años nativos digitales.
Suerte profes, tenéis el cielo ganado si lo conseguís, sólo el hecho de
intentarlo os honra.
Os dejo ya, que esto se alarga, y quiero seguir dándole a Juan
de Mairena. A los que leen poesía, ¿hay alguien ahí?,
y leéis a Machado, os recomiendo que os metáis entre pecho y espalda Ligero de
equipaje de Ian Gibson, lo vais a pasar bien, creo que ya está en edición de
bolsillo. A los que no habéis leído
poesía jamás, os recomiendo que le echéis un rato a Campos de Castilla, o a
Soledades, acercaros a la biblioteca municipal, y os saldrá la cosa gratis, o
iros a cualquier librería y compraros la edición de bolsillo de Poesías
Completas. Sale muy barato ser feliz durante un rato. Machado es un poeta muy
agradecido, siempre apostó por la claridad, por la palabra directa y sencilla,
humana y profunda. Os dejo un ejemplo.
Cómo escribir sobre el dolor puede ser
tan claro y tan hermoso.
Y no es verdad, dolor, yo te conozco,
tú eres nostalgia de la vida buena
y soledad de corazón sombrío,
de barco sin naufragio y sin estrella.
Como perro olvidado que no tiene
huella ni olfato y yerra
por los caminos, sin camino, como
el niño que en la noche de una fiesta
se pierde entre el gentío
y el aire polvoriento y las candelas
chispeantes, atónito, y asombra
su corazón de música y de pena,
así voy yo, borracho melancólico,
guitarrista lunático, poeta,
y pobre hombre en sueños,
siempre buscando a Dios entre la niebla.
tú eres nostalgia de la vida buena
y soledad de corazón sombrío,
de barco sin naufragio y sin estrella.
Como perro olvidado que no tiene
huella ni olfato y yerra
por los caminos, sin camino, como
el niño que en la noche de una fiesta
se pierde entre el gentío
y el aire polvoriento y las candelas
chispeantes, atónito, y asombra
su corazón de música y de pena,
así voy yo, borracho melancólico,
guitarrista lunático, poeta,
y pobre hombre en sueños,
siempre buscando a Dios entre la niebla.