Llegué por el dolor a la alegría.
Supe por el dolor que el alma existe.
Por el dolor, allá en mi reino triste,
Un misterioso sol amanecía.

José Hierro

lunes, 27 de diciembre de 2021

martes, 21 de diciembre de 2021

La semilla inmortal. Los argumentos universales en el cine, de Jordi Balló y Xavier Pérez

 


Escuchando estos días una tertulia radiofónica sobre la moda de los remakes, me acordé de este magnífico ensayo que trata sobre la originalidad de los argumentos en el cine. Hasta qué punto son originales estos argumentos es lo que plantea el libro. En la historia del cine se repiten los motivos argumentales, de dónde beben estos argumentos o dónde comienzan es el tema central de La semilla inmortal. El libro es un recorrido por las grandes películas de la historia. La conclusión es que todo está en los textos antiguos claro. Uno se da cuenta de esto cuando lee La odisea y La ilíada de Homero o el Antiguo testamento, ahí están ya prácticamente todos los géneros cinematográficos; el cine negro, el cine de aventuras,  el cine bélico, el melodrama, incluso el western. De ahí beben también de manera inconsciente los guiones mas modernos y rompedores. Yo leí el libro en la facultad, figuraba en la bibliografía de dos asignaturas que cursé y luego me olvidé de él. Recientemente el libro llegó una tarde a casa a través de amazon, cuando abrí el paquete y lo vi fue como volver a las clases de Técnicas narrativas audiovisuales o a las de Historia del cine, donde el profesor nos pasaba escenas de películas en VHS en una Trinitron enorme. Resulta que mi mujer, que aparte de trabajar y pintar saca hueco para estudiar comunicación lo pidió para una asignatura titulada Narrativa audiovisual en en cuya bibliografía figuraba. Es curioso cómo los libros entran y salen de la vida de uno.

jueves, 16 de diciembre de 2021

martes, 14 de diciembre de 2021

Cine social

 

El ladron de bicicletas
Imagen de Ladrón de bicicletas de Vittorio De Sica 1948
                                   

Ando leyendo estos días sobre cine social, viendo y reviendo películas, y recuerdo una anécdota que me ocurrió en 2002 viendo en el cine la recién estrenada Los lunes al sol de Fernando León. Delante de mí había un matrimonio y el señor se tiró resoplando toda la película, cuando terminó la proyección y nos dirigíamos a la salida, tras volver a resoplar el señor dijo "yo no vengo al cine a ver miserias". Me acordé de esto al leer en Historia del cine de Román Gubern lo que señaló hace setenta años Zavattini,  defensor del neorrealismo y guionista de Ladrón de bicicletas: "Cuando alguien, sea el público, el Estado o la Iglesia, dice: basta de pobreza, basta de películas que reflejan la pobreza, comete un delito moral. Es que se niega a comprender, a enterarse. Y al no querer enterarse, conscientemente o no, se sustrae a la realidad.". Cuando el neorrealismo (que es el padre del cine social, o drama social tal como lo entendemos ahora) surgió en la devastada Italia tras la Segunda Guerra Mundial, molestó mucho al poder, qué necesidad había de mostrar el horror de la posguerra, el hambre, la miseria y la brutalidad que había dejado, por qué incomodar al espectador con niños harapientos capaces de prostituirse por un pedazo de pan. El neorrealismo dejó descolocada a la industria cinematográfica mundial, que por lo general entendía el cine como puro entretenimiento, un cine hecho en estudios, en decorados, con actores profesionales y que buscaba mitificar la realidad. El neorrealismo proponía todo lo contrario, mostrar la realidad en toda su crudeza, sobre todo la realidad de los pobres y los marginados, utlizando escenarios naturales y escogiendo como actores a gente de la calle. El neorrealismo, el cine social, nunca fue ni ha sido un género que conecte con el gran público, el gran público entiende el cine como entretenimiento y evasión y huye de las crudas realidades. Y esto, ese no querer enterarse que denunciaba Zavattinni,  ese no querer ver miserias que decía el señor de la anécdota que cuento al principio de la entrada, ese evitar asomarse a lo que le ocurre a gente que lo pasa mal a dos calles de donde vivimos o en el extrarradio es un fenómeno que va a más, quizá una de las razones sea que la industria del entretenimiento se está comiendo con patatas a la cultura, no lo sé.  Lo que está claro es que la miseria da mal rollo y huele mal, por eso poca gente se asoma al lado chungo de la brecha social. El cine social es una manera de hacerlo, y por eso hoy, desde este humilde blog reivindico este género y recomiendo asomarse a ese lado chungo de la brecha a los que tenemos la suerte de vivir una vida cómoda sin preocupaciones laborales o económicas. Una de las que he vuelto a ver estos días ha sido Los olvidados de Luis Buñuel, también he dado un revolcón a todas las de la etapa neorrealista que he encontrado en plataformas. Entre las que he visto están Roma, Ciudad abierta y Alemania año cero de Rossellini, o El Ladrón de bicicletas y El limpiabotas de De Sica. También he revisado cine social más actual como Los lunes al sol de Fernando León, Techo y comida de Juan Miguel Castillo y Sorry We Missed You de Ken Loach.

domingo, 5 de diciembre de 2021

Diario de un mal año, de J.M. Coetzee


En los tiempos de los reyes, se le decía al súbdito: Eras súbdito del rey A, ahora el rey A ha muerto y he aquí que eres súbdito del rey B. Llegó la democracia y por primera vez, se le dio al súbdito una alternativa: ¿Quieres (colectivamente) que te gobierne el ciudadano A o el ciudadano B?
Al súbdito se le presenta siempre el hecho consumado: en el primer caso el hecho de su condición de súbdito; en el segundo, el hecho de la alternativa. La forma de la alternativa no se puede discutir. La papeleta de la votación no dice: ¿Quieres a A, a B o a ninguno de los dos? Ciertamente nunca dice: ¿Quieres a A, a B, o a nadie en absoluto? El ciudadano que expresa su insatisfacción con la forma de la alternativa ofrecida por los únicos medios de que dispone, absteniéndose o bien invalidando su papeleta de votación, sencillamente no cuenta, es decir, no se le tiene en cuenta, se le ignora.

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Enfrentado a una alternativa entre A y B, dada la clase de A y la clase de B que suelen llegar a aparecer en las papeletas, la mayoría de la gente, las personas corrientes, se inclinan en su fuero interno a no elegir a ninguno de los dos. Pero eso es solo una inclinación, y el estado no se ocupa de inclinaciones. Las inclinaciones no son una moneda corriente en política. El estado se ocupa de las alternativas. A la persona corriente le gustaría decir: Unos días me inclino por A, otros por B, y otras veces ni A ni B, sino algo totalmente distinto. El estado sacude la cabeza. Tienes que elegir, dice el estado: A o B. 

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"Extender la democracia", como está haciendo ahora Estados Unidos en Oriente Medio, significa extender las reglas de la democracia. Significa decirle a la gente que, mientras que antes no tenían ninguna alternativa, ahora tienen una. Antes tenían A y nada más que A; ahora pueden elegir entre A y B. La expansión de la libertad y la expansión de la democracia van de la mano. Quienes se dedican a expandir la libertad y la democracia no ven ninguna ironía en la descripción del proceso que acabo de hacer.

J.M. Coetzee. Diario de una mal año.