Retrato de Benito Pérez Galdós por Joaquín Sorolla |
Hace un par de días me acordé de un párrafo del
primer capítulo de Fortunata y Jacinta en el que Galdós, en la mente de
Juanito Santa Cruz reflexiona sobre el leer y el vivir. Busqué el libro en casa
y el párrafo de marras. Tengo la novela relativamente reciente porque la volví
a leer hace un par de años, pero fue abrir, ojear el primer capítulo y no poder
parar, aparqué lo que estaba leyendo y me quedé con Galdós. Si Benito me dice
ven...lo dejo todo...
"Conocida la persona y sus felices
circunstancias, se comprenderá fácilmente la dirección que tomaron las ideas
del joven Santa Cruz al verse en las puertas del mundo con tantas
probabilidades de éxito. Ni extrañará nadie que un chico guapo, poseedor del arte
de agradar y del arte de vestir, hijo único de padres ricos, inteligente,
instruido, de base seductora en la conversación, pronto en las respuestas,
agudo y ocurrente en los juicios, un chico, en fin, al cual se le podría poner
el rótulo social de brillante, considerara ocioso y hasta ridículo el meterse a
averiguar si hubo o no hubo un único primitivo, si el Egipto fue: una colonia
bracmánica, si la China es absolutamente independiente de tal o cual
civilización asiática, con otras cosas que años atrás le quitaban el sueño,
pero que ya le tenían sin cuidado, mayormente si pensaba que lo que él no
averiguase otro lo averiguaría... «Y por último -decía- pongamos que no se
averigüe nunca. ¿Y qué…?» El mundo tangible y gustable le seducía más que los
incompletos conocimientos de vida que se vislumbran en el fugaz resplandor de
las ideas sacadas a la fuerza, chispas obtenidas, en nuestro cerebro por la
percusión de la voluntad, que es lo que constituye el estudio. Juanito acabó
por declararse a sí mismo que más sabe el que vive sin querer saber que el que
quiere saber sin vivir, o sea, aprendiendo, en los libros y en las aulas. Vivir
es relacionarse, gozar y padecer, desear aborrecer y amar. La lectura es vida
artificial y prestada, el usufructo,
mediante una función cerebral, de las ideas y sensaciones ajenas, la
adquisición de los tesoros de la verdad humana por compra o por estafa no por
el trabajo. No paraban aquí las filosofías de Juanito, y hacía una comparación
que no carece de exactitud. Decía que entre estas dos maneras de vivir,
observaba él la diferencia que hay entre comerse una chuleta y que le vengan a
contar a uno cómo y cuándo se la ha comido otro, haciendo el cuento muy a lo
vivo, se entiende, y describiendo la cara que ponía, el gusto que le daba la
masticación, la gana con que tragaba y el reposo con que digería."
Benito Pérez Galdós. Fortunata y Jacinta. Página
110 del tomo I. Edición de Cátedra.