Llegué por el dolor a la alegría.
Supe por el dolor que el alma existe.
Por el dolor, allá en mi reino triste,
Un misterioso sol amanecía.

José Hierro

miércoles, 18 de septiembre de 2013

El horror


Antes de ver  Los gritos del silencio de Roland Joffé yo no tenía ni idea de lo que había pasado en Indochina después de que los americanos salieran por patas de allí en 1975. He vuelto a ver hace poco la película y me sigue pareciendo genial. Genial el guión, genial la fotografía, genial la banda sonora y genial el tono documental.  El genocidio camboyano es un tema más de esta cinta que toca varios géneros; drama, periodismo, y cine bélico. La película está basada en hechos reales.  En 1972 un periodista del New York  Times es enviado a Camboya como corresponsal de guerra, allí conoce a Dith Prant , un periodista local que le sirve de guía y de intérprete. Cuando en 1975 los americanos se retiran del país, tras ser derrocado por los comunistas el gobierno que ellos apoyan y han financiado , Pran decide quedarse con el corresponsal para seguir ayudándole a cubrir el conflicto.  Cuando la prensa refugiada en la embajada francesa  se ve obligada a salir del país, intentan sacar a Pran y llevárselo a Estados Unidos,  pero el ejército revolucionario no lo permite y envía a Pran, como a la mayoría de los Camboyanos, a un campo de trabajo. Vi la película a mediados de los 90 y me quedé a cuadros,  porque no me podía creer que algo así hubiera podido ocurrir ante la pasividad de la comunidad internacional. Entonces yo era más joven y más ingenuo claro.
 
Los gritos del silencio. Roland Joffé. 1984.
 
 Esta película de 1984 con sus virtudes y sus defectos, sirvió para dar a conocer a muchos el genocidio que había masacrado Camboya entre 1975 y 1979, un genocidio silenciado  durante años  y todavía hoy justificado e incluso negado  por algunos ultras empachados de ideología.
En Abril de 1975 los Jemeres Rojos, una guerilla comunista que seguía el modelo marxista leninista de la china de Mao  llega a la capital  de Camboya (Phnom Penh) y toma el poder. Son recibidos con entusiasmo  por la alegre población camboyana que los ve como los salvadores que les librarán de la dictadura de general Lon Nol apoyada por EEUU, una dictadura que ha sumido al país en el caos y la guerra civil.  El entusiasmo dura poco, los Jemeres Rojos  instauran la República Democrática de Kampuchea, un régimen totalitario dirigido por Angkar, el partido único. La mayoría de los habitantes de Camboya son evacuados  al campo,  el régimen pretendía implantar un estado agrícola y todos los ciudadanos fueron obligados a trabajar la tierra.  Durante cuatro años la población fue diezmada por las hambrunas, las enfermedades, las purgas  y las ejecuciones sistemáticas . Durante los cuatro años que los Jemeres Rojos estuvieron en el poder murieron  dos millones de personas, Camboya tenía una población de siete millones y medio.
 No se puede hablar del genocidio camboyano sin señalar a  uno de los responsables de que ocurriera, el gobierno norteamericano. La neutralidad de Camboya en la guerra del Vietnam fue vista con desconfianza  por Estados Unidos, que acusó  al gobierno camboyano de prestar su territorio a los comunistas de Vietnam del Norte.  Con el apoyo norteamericano, el General Lon Nol dio un golpe de estado  y consiguió alinear a Camboya de parte de EEUU y Vietnam del sur en la guerra del Vietnam.   Entre 1969 y 1973 la aviación norteamericana soltó medio  millón de toneladas de bombas en la frontera de Camboya con la intención de atacar y cortar los enclaves y las comunicaciones militares de Vietnam del Norte. Los bombardeos mataron a 600.000 personas  y sirvieron para popularizar a los Jemeres Rojos, que empezaron a ser  vistos como los rescatadores de la nación en manos del gobierno manejado por el imperialismo estadounidense. De ahí que los Jemeres Rojos fueran recibidos con tanta alegría cuando  en 1975  consiguen poner en fuga al gobierno de  Non Lon y tomar el poder en Camboya.  Pensaban que la guerrilla era un ejército de liberación que les iba a sacar del yugo imperialista sin sospechar lo que les esperaba. A todo esto, Estados Unidos ya había desmontado el chiringuito y puesto pies en polvorosa.
Pol pot y sus Jemeres Rojos no se anduvieron con lindezas, pretendían abolir el viejo mundo e instaurar su versión del comunismo de manera inmediata, nada de transiciones. Declararon a los habitantes de Camboya enemigos del pueblo. Abolieron el dinero, las escuelas, las universidades, los pasaportes,   y todos los libros que no fueran de contenido revolucionario. El llanto y la risa eran vistos como manifestaciones del sentimentalismo  burgués y estaban prohibidos. Estaba prohibido hablar cualquier idioma que no fuera el jemer. Llevar gafas podía ser  un pasaporte a la muerte. Intelectuales, artistas, profesores  y escritores fueron ejecutados sistemáticamente. Cualquier influencia extranjera a cualquier nivel fue eliminada.  En tres meses se había colectivizado la agricultura y evacuado las ciudades, en las que sólo quedaron los dirigentes del partido que ocuparon los palacios del régimen derrocado.  El resultado: dos millones de muertos en cuatro años. Todo esto sucedió con el apoyo de china y ante la indiferencia de la comunidad internacional   que  miró para otro lado por cuestiones de estrategia política. Cuando algunas víctimas consiguieron escapar de aquella dictadura  atroz y contaron lo que estaba ocurriendo allí nadie les creyó o nadie quiso creerles.  A  Estados Unidos le interesaba taparlo y lo tapó, y la izquierda política no quiso dar  crédito a los testimonios por considerarlos propaganda imperialista, algunos incluso justificaron (y todavía justifican) lo que sucedía allí alegando que era una reacción legítima al capitalismo y al imperialismo. 
 Después de rever la peli mencionada he estado unos días  leyendo sobre el tema y me he tropezado con un libro El infierno de los jemeres rojos  de Denise Affonco. Denise Affonco trabajaba en la embajada francesa en Phnom Penh, capital de Camboya. Cuando los jemeres rojos llegaron al poder fue deportada al campo junto a su marido, donde fue obligada a cultivar la tierra durante catorce horas diarias a cambio de una sopa de arroz. Su hija y una de sus sobrinas murieron de hambre, otro de sus sobrinos fue ejecutado por robar comida, y su cuñada murió de una enfermedad debida a la desnutrición. Su marido  era un hombre de negocios de ideas comunistas que recibió con los brazos abiertos a los jemeres rojos, y  que simpatizó y colaboró con el régimen los primeros días. Cuando llegaron al campo y descubrieron su pasado burgués  lo metieron a culatazos en un camión junto a otros enemigos del pueblo y lo enviaron a un campo de reeducación, así llamaban a los campos en los que exterminaban a los enemigos políticos, no se ha vuelto a saber de él. Denisse sobrevivió  y pudo contar su historia. El libro de Denisse Affonco, no es una novela, es un testimonio, un testimonio muy chungo de leer por cierto, hay que parar a cada rato para coger aliento. Absténganse de leerlo  los alérgicos a las crudas realidades.  


 

Otro documento imprescindible para el que tenga interés en conocer y comprender lo que pasó en Camboya entre 1975 y 1979 es el documental  S-21: La máquina roja de matar del director camboyano Rithy Panh.  El documental tiene un gran valor porque pone frente a frente a víctimas del centro de detención, torturas y exterminio  S-21, hoy convertido en museo, y a los verdugos, guardias que trabajaron allí entre 1975-1979. En un momento  del documental, el conductor de la trama, un pintor Camboyano  que sobrevivió al S 21 , pregunta a uno de los verdugos ¿por qué?, ¿cómo?, ¿por qué y cómo pudo torturar y matar  a gente que sabía inocente, muchos de ellos vecinos suyos?, la  contestación del verdugo, “cumplía órdenes del partido”, recuerda a lo que contestaban los verdugos nazis cuando fueron interrogados en Núremberg, a lo que contestó Eichmann cuando fue juzgado en Jerusalén “yo sólo cumplía órdenes del partido” “yo sólo era un funcionario que hacía su trabajo”.   
 


S 21 la maquina roja de matar from fabian zuniga on Vimeo.



 -El infierno de los Jemeres Rojos. Testimonio de una superviviente. Denise Affonco. Libros Asteroide. 242 páginas. 17 euros.
-Documental de Informe semanal a raíz de la muerte de Pol Pot en 1998