Antes de ver Los gritos del silencio de Roland Joffé yo no tenía ni idea de lo que había pasado en Indochina después de que los americanos salieran por patas de allí en 1975. He vuelto a ver hace poco la película y me sigue pareciendo genial. Genial el guión, genial la fotografía, genial la banda sonora y genial el tono documental. El genocidio camboyano es un tema más de esta cinta que toca varios géneros; drama, periodismo, y cine bélico. La película está basada en hechos reales. En 1972 un periodista del New York Times es enviado a Camboya como corresponsal de guerra, allí conoce a Dith Prant , un periodista local que le sirve de guía y de intérprete. Cuando en 1975 los americanos se retiran del país, tras ser derrocado por los comunistas el gobierno que ellos apoyan y han financiado , Pran decide quedarse con el corresponsal para seguir ayudándole a cubrir el conflicto. Cuando la prensa refugiada en la embajada francesa se ve obligada a salir del país, intentan sacar a Pran y llevárselo a Estados Unidos, pero el ejército revolucionario no lo permite y envía a Pran, como a la mayoría de los Camboyanos, a un campo de trabajo. Vi la película a mediados de los 90 y me quedé a cuadros, porque no me podía creer que algo así hubiera podido ocurrir ante la pasividad de la comunidad internacional. Entonces yo era más joven y más ingenuo claro.
Los gritos del silencio. Roland Joffé. 1984. |
Esta película de 1984
con sus virtudes y sus defectos, sirvió para dar a conocer a muchos el genocidio
que había masacrado Camboya entre 1975 y 1979, un genocidio silenciado durante años y todavía hoy justificado e incluso negado por algunos ultras empachados de ideología.
En Abril de 1975 los Jemeres Rojos, una guerilla comunista
que seguía el modelo marxista leninista de la china de Mao llega a la capital de Camboya (Phnom Penh) y toma el poder. Son
recibidos con entusiasmo por la alegre
población camboyana que los ve como los salvadores que les librarán de la
dictadura de general Lon Nol apoyada por EEUU, una dictadura que ha sumido al
país en el caos y la guerra civil. El
entusiasmo dura poco, los Jemeres Rojos
instauran la República Democrática de Kampuchea, un régimen totalitario
dirigido por Angkar, el partido único. La mayoría de los habitantes de Camboya
son evacuados al campo, el régimen pretendía implantar un estado
agrícola y todos los ciudadanos fueron obligados a trabajar la tierra. Durante cuatro años la población fue diezmada
por las hambrunas, las enfermedades, las purgas y las ejecuciones sistemáticas . Durante
los cuatro años que los Jemeres Rojos estuvieron en el poder murieron dos
millones de personas, Camboya tenía una población de siete millones y medio.
No se puede hablar
del genocidio camboyano sin señalar a
uno de los responsables de que ocurriera, el gobierno
norteamericano. La neutralidad de Camboya en la guerra del Vietnam fue vista
con desconfianza por Estados Unidos, que
acusó al gobierno camboyano de prestar
su territorio a los comunistas de Vietnam del Norte. Con el apoyo norteamericano, el General Lon
Nol dio un golpe de estado y consiguió
alinear a Camboya de parte de EEUU y Vietnam del sur en la guerra del Vietnam. Entre 1969 y 1973 la aviación norteamericana soltó
medio millón de toneladas de bombas en
la frontera de Camboya con la intención de atacar y cortar los enclaves y las
comunicaciones militares de Vietnam del Norte. Los bombardeos mataron a 600.000
personas y sirvieron para popularizar a
los Jemeres Rojos, que empezaron a ser vistos como los rescatadores de la nación en
manos del gobierno manejado por el imperialismo estadounidense. De ahí que los
Jemeres Rojos fueran recibidos con tanta alegría cuando en 1975 consiguen poner en fuga al gobierno de Non Lon y tomar el poder en Camboya. Pensaban que la guerrilla era un ejército de
liberación que les iba a sacar del yugo imperialista sin sospechar lo que les
esperaba. A todo esto, Estados Unidos ya había desmontado el chiringuito y
puesto pies en polvorosa.
Pol pot y sus Jemeres Rojos no se anduvieron con lindezas,
pretendían abolir el viejo mundo e instaurar su versión del comunismo de manera
inmediata, nada de transiciones. Declararon a los habitantes de Camboya
enemigos del pueblo. Abolieron el dinero, las escuelas, las universidades, los
pasaportes, y todos los libros que no fueran de contenido
revolucionario. El llanto y la risa eran vistos como manifestaciones del sentimentalismo burgués y estaban prohibidos. Estaba prohibido
hablar cualquier idioma que no fuera el jemer. Llevar gafas podía ser un pasaporte a la muerte. Intelectuales,
artistas, profesores y escritores fueron
ejecutados sistemáticamente. Cualquier influencia extranjera a cualquier nivel
fue eliminada. En tres meses se había
colectivizado la agricultura y evacuado las ciudades, en las que sólo quedaron
los dirigentes del partido que ocuparon los palacios del régimen derrocado. El resultado: dos millones de muertos en
cuatro años. Todo esto sucedió con el apoyo de china y ante la indiferencia de
la comunidad internacional que miró para otro lado por cuestiones de
estrategia política. Cuando algunas víctimas consiguieron escapar de aquella
dictadura atroz y contaron lo que estaba ocurriendo allí nadie les creyó o nadie
quiso creerles. A Estados Unidos le interesaba taparlo y lo
tapó, y la izquierda política no quiso dar crédito a los testimonios por considerarlos propaganda
imperialista, algunos incluso justificaron (y todavía justifican) lo que sucedía allí alegando que era una
reacción legítima al capitalismo y al imperialismo.
Después de rever la
peli mencionada he estado unos días leyendo sobre el tema y me he tropezado con un
libro El infierno de los jemeres rojos de Denise Affonco. Denise Affonco
trabajaba en la embajada francesa en Phnom Penh, capital de Camboya. Cuando los
jemeres rojos llegaron al poder fue deportada al campo junto a su marido, donde
fue obligada a cultivar la tierra durante catorce horas diarias a cambio de una
sopa de arroz. Su hija y una de sus sobrinas murieron de hambre, otro de sus
sobrinos fue ejecutado por robar comida, y su cuñada murió de una enfermedad
debida a la desnutrición. Su marido era
un hombre de negocios de ideas comunistas que recibió con los brazos abiertos a
los jemeres rojos, y que simpatizó y
colaboró con el régimen los primeros días. Cuando llegaron al campo y
descubrieron su pasado burgués lo
metieron a culatazos en un camión junto a otros enemigos del pueblo y lo enviaron a un campo de reeducación, así
llamaban a los campos en los que exterminaban a los enemigos políticos, no se
ha vuelto a saber de él. Denisse sobrevivió y pudo contar su historia. El libro de Denisse
Affonco, no es una novela, es un testimonio, un testimonio muy chungo de leer
por cierto, hay que parar a cada rato para coger aliento. Absténganse de leerlo los alérgicos a las crudas realidades.
Otro documento imprescindible para el que tenga interés en conocer y comprender lo que pasó en Camboya entre 1975 y 1979 es el documental S-21: La máquina roja de matar del director camboyano Rithy Panh. El documental tiene un gran valor porque pone frente a frente a víctimas del centro de detención, torturas y exterminio S-21, hoy convertido en museo, y a los verdugos, guardias que trabajaron allí entre 1975-1979. En un momento del documental, el conductor de la trama, un pintor Camboyano que sobrevivió al S 21 , pregunta a uno de los verdugos ¿por qué?, ¿cómo?, ¿por qué y cómo pudo torturar y matar a gente que sabía inocente, muchos de ellos vecinos suyos?, la contestación del verdugo, “cumplía órdenes del partido”, recuerda a lo que contestaban los verdugos nazis cuando fueron interrogados en Núremberg, a lo que contestó Eichmann cuando fue juzgado en Jerusalén “yo sólo cumplía órdenes del partido” “yo sólo era un funcionario que hacía su trabajo”.
S 21 la maquina roja de matar from fabian zuniga on Vimeo.
-El infierno de los Jemeres Rojos. Testimonio de una superviviente. Denise Affonco. Libros Asteroide. 242 páginas. 17 euros.
-Documental de Informe semanal a raíz de la muerte de Pol Pot en 1998