Ángel Fernández Santos habla en su magnífico ensayo "Mas allá del Oeste" de las salas de cine que existían en muchas ciudades de EEUU y que proyectaban sin cesar películas de vaqueros. Cines baratos en los que tras pagar la entrada uno podía estar el tiempo que quisiera. Salas en las que siempre había gente, mañana, tarde y noche, gente que acudía sola cuando salía de la oficina, gente que acudía a refugiarse del frío o del calor, gente que sufría insomnio, gente que iba a meterse mano, gente que iba a calmar su sed de ficción, gente que iba a soñar, a desconectar de la realidad o dejarla en suspenso durante un par de horas antes de volver a casa o al trabajo a enfrentarse a la rutina diaria. El western es el género cinematográfico que más invita a soñar, los personajes de las películas del oeste siempre persiguen un sueño, desde el indio gritón hasta el pistolero errante, pasando por el buscador de oro, el granjero y el colono. Todos tienen un sueño más o menos inalcanzable, más o menos honesto; los indios quieren que les devuelvan sus tierras, el empresario sin escrúpulos quiere hacerse rico, la mayoría simplemente establecerse en las nuevas tierras y empezar una nueva vida, incluso el malo, el forajido que mata por dinero o por afición amparado en la ausencia de civilización, busca la redención, dejar la vida errante, comprarse un rancho y casarse. Pero en el western como en la vida, siempre se interpone algo entre los personajes y lo que quieren conseguir. En el western se interpone el paisaje, el territorio hostil, los indios y la ausencia de leyes que propicia la ley del más fuerte y del más malo. En la vida la cosa no cambia mucho. Siempre he pensado que el western, con su épica y con su aventura es una metáfora de la vida contemporánea.
Los cines baratos de los que habla Fernández Santos proyectaban películas b de bajo presupuesto, de las que se hacían en poco tiempo y por poco dinero, la mayoría se quedaron en pasatiempo para insomnes y soñadores, pero unas pocas con el tiempo se convirtieron en películas de culto que se hicieron un hueco entre las obras maestras del género, es el caso de algunas de las que hizo Boetticher, o de Johnny Guitar de Nicholas Ray.
Ayer volví a ver Johnny Guitar, me la sé fotograma a fotograma, pero da igual, siempre que la veo tengo la sensación de estar viendo algo nuevo y poco convencional, alejado de los cánones del género, porque Johnny guitar es mucho más que un western, uno se da cuenta desde la primera escena. Como siempre el paisaje y el hombre a caballo que entra en plano, pero la música de Víctor Young y el jinete que en lugar de rifle y pistola lleva una guitarra cruzada a la espalda nos confirman que no estamos ante un western más, con su bueno y su malo, con su mujer sumisa, su vaquero y su indio gritón, nada de eso. Johnny guitar está protagonizado por mujeres, probablemente sea la única del oeste en la que la protagonista es una mujer con un revólver al cinto, Vienna, estupenda Joan Crawford con esos ojos azules que traspasan la pantalla, y Emma, la mala más mala del imperio de las malas que he visto en el cine, Mercedes Mccambridge lo borda. Todo es atípico en este western, el color, el vestuario, y los decorados, hay planos en los que parece que estamos viendo un cuadro del romanticismo, y luego está ese pueblo fantasma en el que nadie habita, ese saloon excavado en la roca que regenta Vienna a la espera de que llegue el ferrocarril y traiga la prosperidad a aquella tierra inhóspita, a la espera de que un mundo en extinción de paso a la vida moderna, a la civilización y al capitalismo.
El western es un género que gusta mucho o que no gusta nada, a casi todos los de mi generación cuando éramos niños nos gustaban las pelis de vaqueros, no ponían muchas más en la televisión. A mí a diferencia de otros me seguían gustando cuando me hice adolescente, y cuando me hice mayor, de hecho cada vez me gustan más, cada vez las encuentro más frescas y más actuales. Conozco a gente muy aficionada al cine que no puede con el western, les parece un género pasado de moda, rancio, machista y en ocasiones patriotero, y lo han desdeñado a priori sin darle una oportunidad, en mi opinión se equivocan, ellos se lo pierden.
A los que al menos sientan curiosidad por el género les recomiendo Johnny Guitar de Nicholas Ray, y el ensayo de Ángel Fernández Santos, uno de los mejores libros de cine que he leído.
Saludos cordiales.
-Más allá del Oeste. Ángel Fernández Santos. 1988. En 2007 Debate sacó una edición en tapa dura que cuesta unos 20 euros. Suele habitar en bibliotecas municipales. Lo presto.
Ángel Fernández Santos era crítico de cine y teatro, hizo críticas en el diario El País durante veinticinco años y colaboró con Víctor Erice en el guión de El espíritu de la colmena (1972). Murió en 2004.
-Johnny Guitar. Nicholas Ray.1954. Guión de Philip Yordan basado en la novela de Roy Chanslor. Música de Víctor Young (una maravilla). Fotografía de Harry Stradling. Protagonizada por Joan Crawford, que está espectacular y Sterling Hayden.
Os dejo aquí una entrada de uno que tiene un blog y no hace más que mascar la chapa con el western. http://alvarobernalquevedo.blogspot.com.es/2012/04/indios-y-vaqueros_26.html