Plaza de Cervantes. Alcalá de Henares. |
Llegué por el dolor a la alegría.
Supe por el dolor que el alma existe.
Por el dolor, allá en mi reino triste,
Un misterioso sol amanecía.
José Hierro
lunes, 27 de diciembre de 2021
martes, 21 de diciembre de 2021
La semilla inmortal. Los argumentos universales en el cine, de Jordi Balló y Xavier Pérez
jueves, 16 de diciembre de 2021
martes, 14 de diciembre de 2021
Cine social
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Imagen de Ladrón de bicicletas de Vittorio De Sica 1948 |
Ando leyendo estos días sobre cine social, viendo y reviendo películas, y recuerdo una anécdota que me ocurrió en 2002 viendo en el cine la recién estrenada Los lunes al sol de Fernando León. Delante de mí había un matrimonio y el señor se tiró resoplando toda la película, cuando terminó la proyección y nos dirigíamos a la salida, tras volver a resoplar el señor dijo "yo no vengo al cine a ver miserias". Me acordé de esto al leer en Historia del cine de Román Gubern lo que señaló hace setenta años Zavattini, defensor del neorrealismo y guionista de Ladrón de bicicletas: "Cuando alguien, sea el público, el Estado o la Iglesia, dice: basta de pobreza, basta de películas que reflejan la pobreza, comete un delito moral. Es que se niega a comprender, a enterarse. Y al no querer enterarse, conscientemente o no, se sustrae a la realidad.". Cuando el neorrealismo (que es el padre del cine social, o drama social tal como lo entendemos ahora) surgió en la devastada Italia tras la Segunda Guerra Mundial, molestó mucho al poder, qué necesidad había de mostrar el horror de la posguerra, el hambre, la miseria y la brutalidad que había dejado, por qué incomodar al espectador con niños harapientos capaces de prostituirse por un pedazo de pan. El neorrealismo dejó descolocada a la industria cinematográfica mundial, que por lo general entendía el cine como puro entretenimiento, un cine hecho en estudios, en decorados, con actores profesionales y que buscaba mitificar la realidad. El neorrealismo proponía todo lo contrario, mostrar la realidad en toda su crudeza, sobre todo la realidad de los pobres y los marginados, utlizando escenarios naturales y escogiendo como actores a gente de la calle. El neorrealismo, el cine social, nunca fue ni ha sido un género que conecte con el gran público, el gran público entiende el cine como entretenimiento y evasión y huye de las crudas realidades. Y esto, ese no querer enterarse que denunciaba Zavattinni, ese no querer ver miserias que decía el señor de la anécdota que cuento al principio de la entrada, ese evitar asomarse a lo que le ocurre a gente que lo pasa mal a dos calles de donde vivimos o en el extrarradio es un fenómeno que va a más, quizá una de las razones sea que la industria del entretenimiento se está comiendo con patatas a la cultura, no lo sé. Lo que está claro es que la miseria da mal rollo y huele mal, por eso poca gente se asoma al lado chungo de la brecha social. El cine social es una manera de hacerlo, y por eso hoy, desde este humilde blog reivindico este género y recomiendo asomarse a ese lado chungo de la brecha a los que tenemos la suerte de vivir una vida cómoda sin preocupaciones laborales o económicas. Una de las que he vuelto a ver estos días ha sido Los olvidados de Luis Buñuel, también he dado un revolcón a todas las de la etapa neorrealista que he encontrado en plataformas. Entre las que he visto están Roma, Ciudad abierta y Alemania año cero de Rossellini, o El Ladrón de bicicletas y El limpiabotas de De Sica. También he revisado cine social más actual como Los lunes al sol de Fernando León, Techo y comida de Juan Miguel Castillo y Sorry We Missed You de Ken Loach.
domingo, 5 de diciembre de 2021
Diario de un mal año, de J.M. Coetzee
En los tiempos de los reyes, se le decía al súbdito: Eras súbdito del rey A, ahora el rey A ha muerto y he aquí que eres súbdito del rey B. Llegó la democracia y por primera vez, se le dio al súbdito una alternativa: ¿Quieres (colectivamente) que te gobierne el ciudadano A o el ciudadano B?
viernes, 3 de diciembre de 2021
jueves, 23 de septiembre de 2021
138 segundos, de Joan López Lloret
miércoles, 22 de septiembre de 2021
Mogarraz
En Mogarraz, más de setecientos retratos cuelgan en las fachadas de las casas para homenajear a los vecinos que decidieron no emigrar durante el éxodo rural en los años sesenta. En 1967 los lugareños fueron fotografiados para el nuevo DNI. En 2017 el artista Florencio Maíllo reprodujo a gran escala las fotografías y las colocó en las fachadas de la localidad.
miércoles, 30 de junio de 2021
Anatomía de un Dandy, de Charlie Arnaiz y Alberto Ortega
Empecé a leer las novelas de Umbral durante el confinamiento. Antes de eso, cuando compraba dos periódicos diarios disfrutaba con sus columnas en El País y El Mundo, y le seguía en sus apariciones y entrevistas en televisión.
Leí lo que tenía en casa de él y me encontré con un escritor formidable. La noche en que llegué al Café Gijón es una crónica de su llegada y primeros años en Madrid. Un libro cargado de poesía, sarcasmo e ironía en el que cuenta como se abrió camino como aspirante a escritor en el ambiente de las pensiones, las tertulias, los cafés, y donde personajes de todo pelaje más y menos conocidos no dejan de sucederse. Mortal y rosa comienza como un libro de memorias que acaba como un poema de amor a su hijo muerto con cinco años de leucemia, un poema hermoso y demoledor. Este interesante documental hace una aproximación a su vida, centrándose en la que había detrás del personaje que el mismo creó, un personaje que en mi opinión, eclipsó su faceta puramente literaria. Umbral fue más conocido por su "Yo he venido aquí a hablar de mi libro" o por comerse una manzana en plena entrevista que por sus novelas y artículos. Por su obra (inabarcable, escribió 10.000 artículos y 200 novelas) el documental pasa de puntillas.
Quiero leer pero no lo encuentro Trilogía de Madrid, uno de los mejores libros sobre Madrid que se han escrito según opina gente cuyo criterio suelo tener en cuenta.
viernes, 25 de junio de 2021
Vídeo reseña de Blade Runner de Ridley Scott (1982)
Blade Runner está catalogada como cine de Ciencia ficción pero también es Cine negro. Rick Deckard el protagonista de la película, cumple con el estereotipo del detective de las novelas de Raymond Chandler y Dashiell Hamett que luego fue tan utilizado en el Cine negro. El investigador solitario, bebedor y taciturno que se patea las calles buscando pistas y se enamora de una mujer complicada. David Webb Peoples y Ridley Scott consiguen llevar este estereotipo de los años cuarenta a un contexto de distopía futurista, en mi opinión, esta mezcla de géneros es uno de los puntos fuertes de la película. Otro, es el tema de la muerte, o el miedo a morir, encarnado por unos androides que han desarrollado emociones y son conscientes de su finitud.
lunes, 14 de junio de 2021
Shtisel (Serie TV) de Along Zigman
Shtisel cuenta la historia de una familia jaredí que vive en un barrio ultraortodoxo de Jerusalén. La serie narra su vida y anhelos en ese mundo cerrado, lleno de normas y ritos. A diferencia de Unorthodox que se limita a contar las peripecias de la protagonista para salir de una comunidad Hasidic en Nueva York, Shtisel se aproxima sin prejuicios a la vida cotidiana de esta comunidad. En este sentido hay que aclarar que dentro de la comunidad jaredí hay varios grupos, Unorthodox se centra en el más radical, en el más patriarcal y cerrado y del que es más difícil salir. Shtisel pone el foco en los ultraortodoxos del barrio de Geula en Jerusalén, más asomados a la vida de fuera. El punto fuerte de la serie, en mi opinión, es como lo universal trasciende lo meramente religioso y geopolítico. Los conflictos de esta familia con el amor, la amistad, las vicisitudes de la vida cotidiana y los obstáculos que encuentran ante sus deseos son parecidos a los de cualquiera en cualquier lugar. La serie plantea un arco narrativo lleno de matices, de crestas y valles que van del drama al humor agarrando siempre al espectador e invitándole a reflexionar sobre la familia, la religión o el amor. Shtisel me enganchó desde el primer capítulo, excelentes guion y dirección, y la banda sonora de Avi Belleli. Memorables esas escenas de la vida doméstica de la familia; en la cocina, en la estrecha terraza, en el salón del piso pequeño y austero.