Pego la hebra con el bibliotecario de la biblioteca pública a la que acudo casi a diario y me cuenta que está la cosa muy mala, que los dineros públicos no llegan a las bibliotecas, que este año tampoco hay cuartos para libros nuevos ni para talleres ni para wifi. Una pena, porque con la crisis el número de usuarios de las bibliotecas públicas ha aumentado, sobre todo el de las salas polivalentes, donde uno puede leer la prensa y conectarse a internet aunque vaya a pedales. Las bibliotecas públicas se han convertido en una alternativa para los que han tenido que dejar de pagar el adsl o la calefacción, para los que tienen que buscar el calor de hogar fuera de casa. Le pregunto al bibliotecario por el préstamo de libros y tuerce el gesto, eso sí que ha descendido.
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