Llegué por el dolor a la alegría.
Supe por el dolor que el alma existe.
Por el dolor, allá en mi reino triste,
Un misterioso sol amanecía.

José Hierro

domingo, 1 de abril de 2012

El Gran Libro, las torrijas y una de romanos.


El primer libro que tuve fue una Biblia para niños en tres tomos y con ilustraciones que mi padre me regaló dos años antes de hacer la primera comunión. Yo creo que éste fue el libro que me aficionó a leer libros. Aquella Biblia ilustrada a todo color era una maravilla, la devoré en pocos días y me encantó, sobre todo el antiguo testamento; la creación, Adán y Eva en el paraíso, el árbol del conocimiento del bien y del mal, Caín y Abel…”¿soy yo acaso el guardián de mi hermano?”, me encantaba esa frase (qué mala es la envidia), el arca de Noé, el Sacrificio de Isaac. Yo creo que el recurso cinematográfico del salvamento en el último minuto que Griffith utilizó por primera vez  en El nacimiento de una nación, tiene su origen en el relato bíblico del sacrificio de Isaac. Ilustrado a todo color en mí Biblia infantil aparecía Abraham empuñando un cuchillo y a punto de descargar su brazo sobre su hijo tumbado sobre un montón de leña, un ángel enviado por Dios le sujeta en el último momento, Isaac se salva y la fe de Abraham queda demostrada. Y claro, la historia de Moisés liberando a los judíos y huyendo del ejército egipcio abriendo las aguas del Mar Rojo, aventuras, persecuciones, batallas, qué más podía pedir un niño de ocho años, y encima con ilustraciones a todo color, una joya.
Había dos frases que me gustaron desde que las leí, la ya mencionada “¿soy yo acaso el guardián de mi hermano?” y “no sólo de pan vive el hombre”. Cuando mi madre me decía, niño cómete el pan, yo contestaba “no sólo de pan vive el hombre” y cuando me pedía que fuera a buscar a mi hermano para cenar decía, “¿soy yo acaso el guardián de mi hermano?”, a mi padre no le hacía ninguna gracia mi gracia y resolvió el asunto como padre preconstitucional que era, a la antigua, dándome un sopapo.  

Creo que en la Biblia están ya todos los géneros literarios y que independientemente de su carácter religioso y de la fe de cada uno a la hora de leerla es un libro fundamental para entender la cultura occidental, o la cultura judeo cristiana o como se llame ahora lo que hemos mamado durante siglos. Aunque no soy creyente, no me avergüenza confesar que leo la Biblia a menudo, bueno un poco sí, para que me voy a engañar. Como cuando fui a la librería Diógenes a comprar la nueva Biblia publicada  por la Conferencia Episcopal  editada por la BAC (Biblioteca de Autores Cristianos), el año pasado fue, por estas fechas, iba acojonado, como cuando ibas a la farmacia con trece años a comprar condones para ponerlos a secar en la cartera de velcro, o al estanco a por cigarros sueltos, son para un amigo, o, para mi padre, y el farmacéutico, o la estanquera te miraba y te decía, ya, pues lo mismo, el librero me miró y me dijo, ya, cuarenta eurazos. Ya me da igual, he superado la vergüenza, es más, a la trillada pregunta de qué libro te llevarías a una isla desierta yo siempre digo que donde cabe uno caben dos, así que El Quijote, y la Biblia, con un par.

Ahora que viene la Semana Santa las televisiones pondrán películas de romanos, aunque cada vez lo hacen menos. Dentro del género de romanos solemos meter también las religiosas, no todas las de romanos son religiosas, y no todas las religiosas son de romanos, me explico, Espartaco es de romanos, pero no es religiosa, Los Diez Mandamientos es religiosa, pero no es de romanos, algunas tocan ambos géneros, es el caso de Ben Hur, y Quo Vadis, Quo Vadis es la de romanos por excelencia, cuadrigas a toda velocidad chocando rueda contra rueda, banquetes, leones merendándose a cristianos, Roma en llamas, y Peter Ustinov haciendo de Nerón, no se puede pedir más. Entre las religiosas que se centran en la vida de Jesús de Nazaret mi preferida es El Evangelio según San Mateo de Pier Paolo Pasolini, su extrema sencillez la aleja de las de su género, aquí no hay color, ni pompa ni grandes decorados, la escena inicial, la de la anunciación, es perfecta. Esta película produjo grandes controversias con El Vaticano cuando se estrenó, posiblemente la razón sea que  el retrato que Pasolini hace de  Jesús de Nazaret es el de un simple carpintero, un hombre más, un vecino del pueblo. Una de romanos que me gusta mucho es Julio César de Mankiewicz, también peculiar esta, en blanco y negro, rodada en interiores y decorados muy cantosos, es un adaptación de la obra de Shakespeare y eso se nota en los diálogos y en el aire teatral de la película, muy buena, además Marlon Brando se sale, quien quiera saber qué pasó con Julio Cesar que la vea.

Ahora que llega la Semana Santa, leeré la Biblia, sin fe, pero con el entusiasmo y el interés de siempre, me tragaré Quo Vadis, Los Diez Mandamientos y El Evangelio según San Mateo de Pasolini, y comeré Potaje de Vigilia (a mi novia le sale cojonudo) y torrijas, como mandan los cánones y las buenas costumbres.

Saludos cordiales.