Ayer me dijeron "te va a dar algo de tanto leer, eso no puede ser bueno" y me acordé de cómo a Don Quijote se le fue la pinza por pasar las noches de claro en claro y los días de turbio en turbio leyendo libros de caballerías. Contaba Julio Cortázar en una entrevista, que cuando era niño su madre le llevó al médico porque no paraba de leer y no jugaba con otros niños, el médico le recomendó leer menos y hacer más lo que hacen los niños, leer menos y vivir más para equilibrar un poco la cosa. Durante el renacimiento, con la obsesión por leer los clásicos antiguos más de uno la palmó del mucho leer y el poco dormir, y creo que fue Borges el que dijo con cierta nostalgia aquello de "Es más lo que he leído que lo que he vivido". Lo mío no es preocupante como lo de Cortázar o lo de Borges, que leía libros de metafísica con ocho años, menudo figura, lo mío es una cosa más de andar por casa, más amateur, más de estos tiempos, además no fui lector precoz, empecé a leer a saco a los veinte años, y a diferencia del bueno de Alonso Quijano sólo pierdo el contacto con la realidad a ratos, y lo hago con premeditación, voy a perder el contacto con la realidad, y me pongo una peli o dos, voy a perder el contacto con la realidad, y me tiro toda la tarde leyendo, pero siempre vuelvo, cierro el libro, saco el dvd del dvd ,salgo de la sala de cine, y pongo el telediario o me voy a beber cerveza fría con los amigos o a buscar a mi novia o a currar, a vivir en definitiva, a veces dan ganas de no salir, de quedarse atrapado en la ficción, aunque la ficción, muchas veces, en lugar de evadirnos de la realidad nos hace tomar conciencia de ella claro.
El caso es que hace unos días me regalé la edición con ilustraciones de El gran Gatsby que ha editado sextopiso, y me he tirado dos tardes en los años veinte, en la costa este de los Estados Unidos, en Nueva York, en la era del jazz, en la época del contrabando de alcohol, de los gánsteres, de los tiroteos, de la ostentación, de las grandes fiestas y de los millonarios frívolos obsesionados con amasar y fundir fortunas, luego llegó el crack del 29 y los ricachos lo perdieron todo de un día para otro, algunos se lanzaron al vacío desamparados por su nueva condición de pobres, los pobres de toda la vida empezaron a morirse de hambre en sus granjas a causa de la gran depresión. Pero esa es otra historia.
Lo único que sabemos de Gatsby cuando arranca la novela, es que tiene un casoplón enorme en Long Island en el que organiza congas fastuosas a las que acude media ciudad de Nueva York con su amante, actores y actrices con sus amantes, corredores de bolsa con sus amantes, contrabandistas con sus amantes, cantores de jazz con sus amantes, y jugadores de polo con sus amantes, la flor y nata de la city con sus amantes, la puerta siempre está abierta, no hace falta invitación, sólo hay que ir y entrar. Nadie sabe si Gatsby es un millonario de cuna, un gánster, un nuevo rico, un espía, un héroe de guerra o un Dorian Gray con el retrato podrido en la buhardilla, la gente se pregunta por curiosidad, quién es este tío, de dónde ha salido, aunque lo importante es que el tal Gatsby da unas fiestas cojonudas.
El Gran Gatsby es el retrato de una sociedad obsesionada por el dinero, una sociedad injusta y materialista, también es una historia de amor, pero sobre todo es la historia de un perdedor, de un buen tipo que no tiene nada y se enamora de una mujer guapa, rica y frívola, una mujer cuya voz suena a dinero.
Scott Fitzzgerald siempre estuvo fascinado por el universo de los ricos, al final de su vida escribió esto sobre el mítico personaje de Jay Gatsby:
"Es lo que siempre fui: un joven pobre en una ciudad rica, un joven pobre en una escuela de ricos, un muchacho pobre en un club de estudiantes ricos, en Princeton. Nunca pude perdonarles a los ricos el ser ricos, lo que ha ensombrecido mi vida y todas mis obras. Todo el sentido de Gatsby es la injusticia que impide a un joven pobre casarse con una muchacha que tiene dinero. Este tema se repite en mi obra porque yo lo viví".
Fitzgerald escribió la novela en 1924, y cuentan por ahí que cuando la terminó, llamó a su editor y le dijo "He escrito la mejor novela de los Estados Unidos" y se fumó un puro (lo del puro es cosa mía), parece que no anduvo descarriado el amigo Francis, siempre que se habla de la gran novela americana aparece ésta junto con El guardian entre el centeno, A sangre fría o Moby Dick entre otras. No soy muy partidario de destripar novelas, sobre todo los clásicos, de los que ya se ha hablado hasta el aburrimiento, ya lo decía Italo Calvino “Un clásico es una obra que suscita un incesante polvillo de discursos críticos, pero que la obra se sacude continuamente de encima”, así que ya está bien de polvo y al lío. Ojalá pudiera volver a leer esta novela por primera vez.
Saludos cordiales.
-La mejor edición en castellano de El Gran Gatsby, en mi opinión, es la de Anagrama, traducida por Justo Navarro, está en bolsillo por 7,90 eurillos. No tendréis problema para encontrarlo en bibliotecas municipales. La edición ilustrada de sextopiso de la que hablo también está traducida por Justo Navarro, y lleva unas ilustraciones muy chulas de Jonny Ruzzo, cuesta 20 eurazos.