En la feria del libro de Madrid de 1997 compré el ensayo
de Italo Calvino “Por qué leer los clásicos”, sé la fecha y el lugar porque
suelo apuntarla en los libros que compro. El libro estaba olvidado por casa hasta que
hace una par de años me dio por leerlo y me encantó, he vuelto a él estos días a raíz de un artículo sobre el papel de los
clásicos en el panorama literario actual
con el que me tropecé por Internet. Más que un ensayo, es una
antología de artículos sobre los clásicos que han sido fundamentales para el
escritor. En el primer capítulo se proponen una serie de definiciones de lo que es un
clásico. Ahí van algunas:
“Los clásicos son esos libros de los cuales se suele oír
decir: Estoy releyendo y nunca Estoy leyendo…”
“Toda relectura de un clásico es una lectura de
descubrimiento como la primera”
“Los clásicos son libros que ejercen una influencia
particular ya sea cuando se imponen por inolvidables, ya sea cuando se esconden
en los pliegues de la memoria mimetizándose con el inconsciente colectivo o
individual”
“Se llama clásicos a los libros que constituyen una riqueza
para quien los ha leído y amado, pero que constituyen una riqueza no menor para
quien se reserva la suerte de leerlos por primera vez en las mejores
condiciones para saborearlos”
“Un clásico es un libro que suscita un incesante polvillo de
discursos críticos, pero que la obra se sacude continuamente de encima”
“Los clásicos son libros que cuanto más cree uno conocer de
oídas, tanto más nuevos, inesperados, inéditos resultan al leerlos de verdad”
“Es clásico lo que tiende a relegar la actualidad a la
categoría de ruido de fondo, pero al mismo tiempo no puede prescindir de ese
ruido de fondo.”
“Es clásico lo que persiste como ruido de fondo incluso allí
donde la actualidad más incompatible se impone.”
“Un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que
tiene que decir”
Me gusta mucho la última, “Un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir”, además vale tanto para literatura como para cine; "Fortunata y Jacinta", "Los miserables" y "El corazón de las tinieblas" nunca terminarán de decir lo que tienen que decir, "Metrópolis", "Ciudadano Kane" y "Detour" tampoco, son obras que siempre están de actualidad, siempre aportan algo cuando uno vuelve a ellas.
Yo me acerqué a los clásicos de la literatura por primera vez más por deber y por respeto que por gusto, y me llevé bastantes chascos con algunos porque no tenía ni la edad ni la madurez como lector para disfrutarlos. La primera vez que leí El Quijote no pasé del capítulo diez, la segunda lo leí entero pero las pasé canutas, podía decir que había leído El Quijote, pero haberlo disfrutado y entendido ya era otra cosa. Entre la segunda lectura y la tercera pasaron varios años, en ese intervalo de tiempo leí mucho y estudié letras en la facultad. Esa tercera lectura la hice del tirón, en seguida saltó la chispa y se mantuvo, disfruté, entendí y me reí, me reí mucho. Ahora cada vez que vuelvo al Quijote lo disfruto más. A lo mejor me debería haber ahorrado esa segunda lectura auto impuesta y tediosa , aunque es probable que el esfuerzo requerido a la hora de abordar El Quijote y la sensación de que el libro crecía conmigo y yo con él en las sucesivas lecturas haya influido para que sea mi clásico favorito. La novela de Cervantes se me presentó como una montaña alta y difícil a la que con los años conseguí subir para disfrutar de la vistas.
No fui lector precoz, de niño y de adolescente leía tebeos y
ediciones juveniles, lo normal, empecé a leer a saco con veinte años y nunca
perdí de vista los clásicos, quizá porque estaban en mi casa, mi padre heredó
de mi abuelo una biblioteca no muy numerosa pero sí muy bien nutrida;
mucha novela del XIX, muchos clásicos
españoles, poesía y ensayos. Algunos clásicos los disfruté a la primera, otros se me
resistieron y los dejé para volver a ellos pasado un tiempo, la mayoría siguen
en la lista de pendientes. Acercándome a
los clásicos comprendí que algunos libros requieren un esfuerzo por parte del
lector, que hay libros que no lo dan todo masticado, y que la literatura es
algo más que evasión y entretenimiento.
El mercado editorial
actual ha creado un tipo de lector que no sale de las listas de novedades y más
vendidos, libros por lo general escritos a partir de una fórmula impuesta por la industria editorial para poder acceder al mercado, este tipo de
lector busca en la literatura única y
exclusivamente la evasión y el entretenimiento.
Y esto está muy bien, pero cuando uno se instala en la actualidad literaria es
fácil perder la perspectiva de lo que es
la literatura. Probablemente lo más recomendable sea el término medio, en mi
opinión alguien aficionado a la literatura es alguien que lee de todo, desde un
best seller ramplón hasta un clásico del
XIX pasando por un ensayo o un libro de poemas.
Posiblemente sean
malos tiempos para los clásicos, nuestra sociedad, la banalización de la
cultura y nuestro ritmo de vida
apresurado piden literatura rápida y fácil de digerir. Dice Gonzalo Garrido en la cabecera de su blog titulado "Literatura basura" que "Ahora hay que escribir con una cierta mentalidad hamburguesa, de forma rápida, repetitiva, anodina, para que el mercado te acepte", decir ésto es políticamente incorrecto, pero no por eso deja de ser una de las grandes y dolorosas verdades del fenómeno literario actual. Otra de las verdades dolorosas del fenómeno literario actual es que para publicar un libro ya no es necesario ser escritor, basta con ser famoso, es más, es más fácil que publique un libro un famoso de medio pelo, un deportista o un presentador de televisión que alguien que se dedique a la literatura. No obstante, como comenta Italo
Calvino en su ensayo, para poder leer los
clásicos hay que saber desde dónde se los
lee. Por mucha pereza que de la actualidad literaria, no hay que
perderla de vista.
Cuando voy a las
librerías y ojeo la sección de novedades y
más vendidos me invade una sensación de vértigo y de pereza al mismo
tiempo. Con los años uno ha alcanzado cierta independencia de criterio y se
defiende medianamente bien a la hora de separar el grano de la paja. Ya no voy a las librerías a buscar lecturas
(el escaparate no me seduce) si no a comprar o a encargar lo que ya tenía
elegido desde hace tiempo. Siempre es un consuelo que los clásicos estén ahí,
tanto los leídos como los que quedan por leer,
porque son la mejor opción cuando uno se pierde entre el aluvión de
novedades, trilogías, más vendidos, y
demás reclamos que ofrece la industria editorial.
Por cierto Italo Calvino es un gran escritor, lo primero que
leí de él fue “El hombre que llamaba a
Teresa” el primer relato de la antología “La gran bonanza de las Antillas”, fue hace veinte años en casa de un amigo
que la estaba leyendo. “La gran bonanza
de las Antillas” es uno de mis libros de relatos favoritos, Italo Calvino es un cuentista genial. Después
leí la llamada trilogía “Nuestros antepasados”, formada por “El barón
rampante”, “El vizconde demediado” y “El caballero inexistente”, a estas
siguieron “Marcovaldo”, “La jornada de un escrutador”, ”Las cosmicómicas”…, en
fin, Italo Calvino fue uno de los primeros escritores a los que fui fiel, leí
de él todo lo que iba encontrando y siempre me gustaba.
Os dejo, estoy releyendo "Los miserables" y me lo estoy
pasando teta. No perdáis de vista los
clásicos ni este genial ensayo.
Saludos cordiales.