Los que lleven más tiempo siguiendo el blog ya se habrán
dado cuenta de que soy Fordiano incondicional. En cuanto a cine, primero John Ford y luego todo lo demás. Siempre
estoy a vueltas con John Ford, si no es con un libro es dándole otro revolcón a sus
películas. Acabo de leer “Jinetes en el
cielo” un ensayo de Eduardo Torres Dulce sobre la trilogía de la caballería, tres
películas míticas que recrean la vida de la caballería de los Estados Unidos en los fuertes de la frontera del oeste
durante las guerras indias, en torno a 1870.
John Ford compró los derechos
de tres relatos de James Warner Bellah
y los llevó al cine; Fort Apache
(1948), La legión invencible(1949) y Río Grande (1950). Cuando yo
era niño ya había visto la trilogía de la caballería de Ford y el resto de sus
westerns , lo que pasa es que yo no sabía quién era John Ford, sólo sabía que eran pelis de vaqueros. Era cuando en la
tele sólo había dos canales y los sábados después de comer, en primera sesión,
ponían pelis de vaqueros, pelis de
aventuras y pelis de guerra antiguas, ahora también las ponen lo que pasa es
que hay cincuenta canales y pasan más desapercibidas, antes eran lentejas.
Cuando me fui haciendo mayor y llegó el vídeo empecé a grabar las pelis de Ford
que ponían por la tele a las tres de la
madrugada, luego me enteré de que John Ford no sólo había hecho pelis de
vaqueros, también había hecho pelis de guerra, comedias y dramas tan buenos como las
del oeste. Luego vinieron el dvd, las proyecciones en la filmoteca y los libros.
Hace poco en su artículo dominical, Pérez Reverte hablaba de John
Ford y se acordaba de cómo en los años 60 y 70 era
considerado un director fascista y reaccionario por hacer películas del oeste en
las que se exaltaban las virtudes militares,
los indios iban de malos, y ondeaba la bandera de los Estados Unidos. Odiar a John
Ford era una cuestión de militancia, si uno era de izquierdas tenía que odiar a John Ford aunque no hubiera visto ninguna de sus
películas, no había vuelta de hoja. Con el tiempo los odiadores de Ford se sacudieron los prejuicios (cuántas cosas se pierde uno
cuando tiene prejuicios) y empezaron a ver
sus películas (rodó 144) dejando a un lado
su militancia, ahora muchos en lugar de odiarle le alaban como clásico indiscutible
y se derriten cuando hablan del viejo cascarrabias y su cine. Algo parecido ha pasado con Clint Eastwood en los últimos años.
John Ford era liberal, más conservador que progresista en
muchos aspectos, también era católico y patriota pero no era un
reaccionario ni un racista, y mucho menos un fascista. En su cine siempre hay una mirada hacia los olvidados
(siempre estuvo muy encima de los guionistas, quitando añadiendo e improvisando),
hacia los más débiles, hacia los que son
diferentes. En La diligencia (1939)
empatizó con una prostituta ridiculizando a sus inquisidores, El sargento negro (1960) es una de las primeras
películas (anterior a Matar a un ruiseñor
y de argumento similar) a favor de los negros y en contra de la discriminación
racial, y su último western El gran
combate(1964) es un homenaje a los indios masacrados por el hombre blanco,
por no hablar de Las uvas de la ira
(1940) una película claramente izquierdista, o
de Siete
mujeres (1966) , en la que la protagonista es una mujer adelantada a su
tiempo, un icono del feminismo; una mujer independiente, sofisticada, y liberada sexualmente que ridiculiza
constantemente a sus mojigatas
compañeras, qué bien está Anne Bancroft en
esa película.
La famosa frase
“Me llamo John Ford y hago películas del oeste” la dijo en los años cincuenta,
cuando se levantó y tomó la palabra en una asamblea para defender a Joseph. L. Mankiewicz ( acusado de rojo
por el ultraconservador Cecil B. de
Mille) y para denunciar los excesos del Comité de Actividades
Antiamericanas, la caza de brujas y las listas negras dirigidas por el tristemente
célebre senador McCarthy. Ford fue de
los pocos que junto a Wyler, Bogart, Bacall y Huston firmó un manifiesto
denunciando los excesos de la paranoia anticomunista. Las películas de John Ford siempre defendían los valores del liberalismo
constitucional y democrático. El patriotismo está presente en muchas de sus
películas, pero no es un patriotismo
ciego y fanático sino compatible con la
crítica a los errores y excesos del sistema.
Ver la trilogía de la caballería y otros westerns de Ford es
sumergirse en la épica y en el heroísmo, en la mezcla de realidad y leyenda que
se desprende de la historia de la
formación de un país. Ford Apache
trata con detalle la vida en el fuerte, los uniformes, la tradición, el
protocolo, la costumbres y la rutina de
la vida militar (Ford leyó gran cantidad de libros y se dejó asesorar por
historiadores militares) pero también revisa y desmitifica el supuesto heroísmo del General Custer y denuncia en boca de los indios los excesos
de los asentamientos coloniales.
Los Fordianos
acérrimos como yo lo pasaréis pipa con
este libro que invita a rever y a mirar con otros ojos las tres películas que Ford dedicó a la caballería, bueno en realidad
fueron cinco si incluimos El sargento
negro y Misión de audaces.
John Ford, el maestro de la composición y el plano general, el mejor filmando los porches, los bailes, los cielos tormentosos y claros. El mejor a la hora de hablar con los silencios, con las miradas, con los gestos. El sheriff del séptimo arte...
John Ford, el maestro de la composición y el plano general, el mejor filmando los porches, los bailes, los cielos tormentosos y claros. El mejor a la hora de hablar con los silencios, con las miradas, con los gestos. El sheriff del séptimo arte...
Yo quería hacer un apunte sobre el libro, una
recomendación, un breve “no lo perdáis de vista”, diez líneas y una foto y sin
darme cuenta me han salido dos folios,
con John Ford siempre me pasa, es empezar y no parar, a otros les pasa con el fútbol, cada uno tiene sus
aficiones. Os dejo que me voy a poner La
legión invencible. No perdáis de vista a John Ford y a su trilogía de la caballería.
Saludos Cordiales.
-Jinetes en el cielo. Eduardo Torres Dulce. 211 páginas.15
euros.
-Un tronar de tambores y otras historias de la caballería
americana. James Warner Bellah. Ediciones Frontera Valdemar. 18 euros.