Ayer terminé La montaña mágica de Thomas Mann. Lo terminé
por la noche, en la cama, luego me costó dormirme, normal, el jet lag es lo que
tiene, parte de mí seguía allí, en la montaña con Hans, en el Sanatorio Berghof de Davos,
en los Alpes suizos, en el mundo de allí arriba..., y así me tiraré unos días….
De
eso se trata, para eso leemos en parte, para viajar, para vivir otras vidas,
para probarnos otros nombres. Algunas veces el viaje es corto, como una salida
de fin de semana pero otras se va uno a tomar por saco a épocas en las que es
pionero, donde el viaje es agotador pero apasionante. Cuando uno cierra el
libro y vuelve todavía tiene un pie allí durante unos días, los libros que me
dejan esta sensación sé que voy a volver a leerlos otra vez. La montaña mágica llevaba tiempo en la estantería, en lecturas pendientes, junto a tantos otros, el grosor y la fama de La montaña imponen claro. Siempre había oído decir que La montaña mágica era un
libro difícil y complicado, pues no, ni difícil ni complicado, exigente sí, las
neuronas echan el resto, es de los que te obligan a levantarte de vez en cuando
a consultar la enciclopedia o el manual de filosofía para buscar un nombre o una fecha, de los que
invitan a indagar, a curiosear y a hacerse preguntas, a mí estos son los libros
que más me gustan. También me gustan los libros que sólo buscan entretener
claro, creo que es recomendable zamparse uno de vez en cuando, los libros
que sólo buscan entretener son como la bollería industrial, suelen estar muy ricos, pero hay que procurar no
abusar de ellos.
Ronda el año 1907, Hans es un joven de veinte años mimado por la
vida que acaba de terminar sus estudios de ingeniería y decide ir a visitar
a su primo Joachim, ingresado en un sanatorio en los Alpes Suizos a causa de la
tuberculosis. Lo que en principio iba a ser una visita de tres semanas se
convierte en una estancia de siete años, Hans se va dejando atrapar por la
magia de la montaña, por la rutina, por la ausencia de responsabilidades, por
la vida sin obligaciones que allí se lleva. A medida que pasan los meses y los
años, Hans va perdiendo el contacto con los de allá abajo, con su familia, con
el mundanal ruido. Durante su estancia Hans se encuentra con la política, con
la ciencia, con el amor ,con la muerte, con la naturaleza y con el arte a través de los personajes que habitan el sanatorio.
Un viaje a los recovecos de la naturaleza humana y al mundo de entreguerras, un mundo cargado de ideales que se va al carajo cuando estalla la Primera Guerra Mundial. Un lujo de libro, mi consejo para el que no lo haya leído es que paséis de las reseñas, de las introducciones y del "polvillo de discursos críticos" que decía Italo Calvino, al lío, Capitulo I, La llegada...
Se ve que de Alemán vais todos sobrados, para los que como
yo, andéis todavía aprendiendo castellano os recomiendo la edición en bolsillo
de edhasa, traducida por Isabel García Adánez.
Saludos cordiales.